Sociólogo, Antropólogo, Etnólogo, Politólogo. Experto en sociología del conocimiento y cambio social. Analista tecnológico en comunicación, empresa, marca personal, cultura y sociedad. Punk marketing digital. Fundador del primer laboratorio wiki (WikiLab) p2p de medios 2.0, la televisión horizontal para nativos digitales: wikifree.tv. Nubelizate.com. Esidea (grupo tecnológico). SerWeb.com. Talentum.com. ImaginArt (Agencia de publicidad).
En un espacio de tiempo muy corto, hemos pasado de ser el “El Caso Venezuela”, una ilusión de armonía, 1988, a este otro modo, “El Ocaso Venezuela”, un baño de realidad, 2020. El título homónimo al ensayo de los Chicago Boys del IESA, no corresponde en la actualidad a ningún libro, estudio, ni ensayo alguno, no lo busque en Google; es solo una regalía eufemística, entre muchas otras ocurrencias posibles sobre la realidad aumentada, y no siempre lo suficientemente aumentada, del desastre de una nación diluida como un Alka-Seltzer en un vaso de agua. Alguien me dirá que la nación perdurará mientras dure el sentimiento de pertenecia y el recuerdo. También es válido decir qué, de ilusiones se alimenta el cuerpo como los champiñones en la oscuridad…
Entre Ocaso y Decadencia, no hay diferencias ni sintaxis política, ni discurso, ni colores, solo combinatoria mórbida. “Todos la matamos, pero ella solita se murió”. No hay culpable, por lo tanto, no hay delito, ni acto de conciencia, ni acto de contrición, ni propósito de enmienda. La teología no es literatura creativa, es el resultado de la observación metódica sobre los comportamientos sociales idealizados por la observación. Todos los pueblos conocidos por la historia y las ciencias, tienen el mismo resabio moral a modo de adagio: “Actos de contrición y propósito de enmienda”.
Siempre habrá alguien peor o más culpable que nosotros, lo que nos convierte en seres impermeables, impolutos. “Yo no he sido, no hice nada para que se muriera, solo estaba observando”. Es una obviedad sobre la jerarquía del delito o más bien implicación. No es lo mimo observar que ejecutar. En política y en la política, como ciudadanos no somos responsables reconocibles sólo en lo bueno y para lo bueno. Sin compromiso ni implicación no existe la ciudadanía, incluso la nación.
A veces me pregunto ingenuamente, qué parte del ideal de Democracia hemos olvidado, o no hemos aprendido, y menos interiorizado. El sufragio universal, no es la democracia, sino una parte visible de ella. Se imaginan comprando un producto en un mercado, por su envoltura o embalaje, y no contenga nada en su interior, esté vacío el contenedor. La democracia exige sacrificios, como en la independencia de Venezuela, lo requirió la creación de una nación, con la implicación de todos los grupos sociales y étnicos en una lucha civil. Blancos, Blancos criollos, Peninsulares, Pardos, Mulatos, Zambos, Negros, y posiblemente algunos indios…
Por qué tenemos miedo a llamar a las cosas por su nombre, Incluso hablar de ellas sin tener que pedir disculpa o excusarnos por ellas, lo que, a mi entender, degenera en autoengaño ético y moral. Como si la excusa nos eximiese de responsabilidades políticas. Una cosa es la disculpa ética racional, y otra es el argumentario de la excusa. Benjamin Franklin, el de los billetes verdes, decía: “Nunca arruines una disculpa con una excusa”… El cambio en la Venezuela, de lo que queda de ella, comienza a nivel de la conciencia. Es como la búsqueda de Dios, no lo busques fuera, sino lo tienes dentro.Alguien con más sapiencia que yo, y no lo digo en broma, escribió en mi muro, lo siguiente: No podemos alzarnos, ni luchar, porque nos matan. Ellos tienen armas de guerra, nosotros palos y piedras. Y como colofón estereotipado, me remató con un argumento irrefutable. “tengo muchos amigos que han sido asesinados en las protestas callejeras” fin de la cita. Es la tormenta perfecta para el Ocaso de Venezuela, un baño de realidad, 2020… Hablaré más adelante en otros términos menos semánticos…
No comprendo, y menos puedo entender cómo personas adultas con pelo en el pecho y tetas, puedan creer en conjuras y conspiraciones galácticas judeo masónicas y comunistas. En Logias secretas dieciochescas para dominar “el mundo mundial” o destruirlo. Toda buena historia comienza con la expresión clásica de: Érase una vez; y créanme que funciona, especialmente en esta Era de las regresiones antropológicas culturales, la hiperinformación y la hiperconectividad virtual, el mundo en red.
Veamos algunos ejemplos de masturbaciones mentales: La conspiración reptiliana, el Club o foro Bilderberg, los sabios de Sion, George Soros, Bill Gates, Joe Biden, el «lado oscuro de la Fuerza» la globalización perversa, y sin olvidar los clubs de Bolas criollas de Yare y Tucupita existe. Lo único seguro a día de hoy, es que Elvis Presley, John Lennon y Steve Jobs, están muertos. Tampoco creo en la maldición de Tutankamón, las predicciones de Nostradamus, la Piedra filosofal, el Calendario Maya, el Hilo rojo del destino, ni en la teoría del origen de la humanidad en el ADN extraterrestre (alienígenas follando con primates o simios).
Hablemos sin las paranoias pseudointelectuales de principios de siglo. Me preocupa la argamasa mental de mezclarlo todo en un crisol con ideas inconexas y extravagantes sin solución fáctica, ni continuidad argumental. Decir que Bill Gates y su fundación pretenden disminuir la densidad de población humana a través de virus y la inoculación de nano-chip con vacunas de nueva generación, es paranoia, es demencia colectiva. Las únicas fuerzas conocidas que pueden dominar el mundo, y así ha sido en la historia de la humanidad, son la ignorancia, el miedo antropológico, y la trivialización dogmática totalitaria. De nada ha servido acumular tanto conocimiento, si no lo sabemos utilizar. De ello ya dieron cuenta Hegel, Kant y Fausto (Goethe), y Jean-François Revel…
La hipótesis general de una teoría de conspiración tiene sus raíces en que ciertos sucesos importantes en la historia han sido causados por conspiraciones ocultas misteriosas. La teoría de la conspiración como explicación lógica al miedo, ha sustituido al animismo comunitario de los pueblos sin historia como los denominaba Arnold Toynbee. Los “pueblos ágrafos” son susceptibles a atribuirle alma a las cosas, incluidas las conspiraciones galácticas paranoides. Todo tiene un origen planificado por un ente superior, es invisible, pero existe. Vasta una acumulación de hechos para darle entidad propia en la historia.
En la práctica, todos los humanos arrastramos los vestigios del Ranchito cultural o protosocial de nuestro origen animal, en algunos casos suele ser más visible y acentuado que en otros. El sociólogo Ferdinand Tönnies, nos dejó un estudio sobre “comunidad y sociedad”, que, hasta el día de hoy era válido para la sociología, en el cual voy a apoyarme. La distinción entre lo orgánico comunal y lo mecánico social. Para Tönnies la travesía (tránsito) de lo rural a lo urbano no tenía vuelta, era un boleto sin regreso al pueblo, a los valores orgánicos de una comunidad. Es la tesis del ensayo “La Tercera Ola, de Alvin Toffler”, no solo hay que aprender, sino también desaprender. “Los analfabetos del siglo 21 no serán aquellos que no sepan leer ni escribir sino aquellos que no sepan desaprender y reaprender “.
En teoría, un individuo que ha pasado de lo rural a lo urbano, no necesita de las alforjas comunitarias heredadas del pueblo, las llamadas raíces… Tönnies denomina “comunidad” al conjunto social orgánico, es decir, lo orgánico comunal, opuesto a la sociedad urbana de los valores mecánicos.
El Fin de los Tiempos, Juicio Final, Apocalipsis o Fin del Mundo mundial están presentes en los dogmas religiosos que tienen un origen orgánico comunal. El éxito de una religión, es la predicción y la revelación cosmológica del mundo, el summum conocimiento sobre “el principio y el fin” y sobre todo quien conspira contra ellos, los enemigos perversos. En realidad, la configuración de la humanidad virtual, o hiperconectada no requiere de grandes catedrales, ni de sacerdotes, ni libros sagrados, ni muyahidines llamando al rezo, a la oración. Muchas religiones, como el cristianismo y el islam, incluyen creencias relativas al fin de los tiempos. Los cruzados de hoy son tribus luchando contra cualquier cambio social, económico, político y climático, que cambie el mundo conocido.
Para los neocruzados de izquierda (progresistas del siglo XXI), el peligro lo representan las sociedades democráticas abiertas, los mercados, el capitalismo, la prensa libre, la propiedad privada y la educación libre. Y para la derecha conservadora, la globalización, el multiculturalismo, el sector público expansivo, las tecnologías invasivas a la privacidad, la presión migratoria y la disolución de las fronteras, los aranceles sin condón, el negacionismo de los valores históricos, y los influencer tribales adánicos.
De hecho, muchas de estos miedos son compartidos, es decir, sus extremos y sensibilidades se tocan contradictoriamente. Lo bueno es su precaria temporalidad (efímero) Ninguna tribu dura más que el sol de verano, porque nada está escrito en un libro sagrado, ni en una tradición milenaria. Son como los graffitis, permanecen hasta que alguien pinta otro distinto encima de éste. Las redes se caracterizan por su precariedad, son código abierto, todos podemos sobrescribir el código hasta hacerlo irreconocible. Hasta ahora la humanidad había sido gradualista, los cambios estaban determinados por paradigmas científicos distantes en el tiempo. El estado natural de la sociedad hoy día son los paradigmas efímeros y sus paradojas. La sociedad hiperconectada ha permitido el tránsito sin trauma hacia la comunidad orgánica, algo inconcebible para la sociología clásica. Internet no es una sociedad, más bien, son infinidad de comunidades orgánicas, de ahí su desafección con la sociedad mecánica de los valores funcionales.
En una sociedad de valores mecánicos, las teorías de la conspiración y la resistencia a un nuevo orden mundial, no tienen cabida, porque no tienen vida propia como los valores orgánicos de la comunidad. En las “sociedades” todos aceptamos los cambios sin resistencia, sin la cultura retrograda del miedo, porque impera el principio de lo mecánico. La sociedad ciberorganizada e hiperconectada busca valores fuera de lo social mecánico, y los encuentra en una huida hacia la comunidad y el activismo tribal, que no necesita de la historia.
Si bien estadísticamente hablando eran una minoría colectiva la que cree en teorías conspirativas, hoy representan el 50% de la población electoral de occidente. La radicalización en las elecciones norteamericanas entre Demócratas y Republicanos no es un accidente, sino la constatación de la reconfiguración de la sociedad mecánica en comunidades orgánicas. Liberales y neo liberales contra las teorías Conspiranoides de los conservadores republicanos, ensimismados con el ombligo .
Como dice, Sandra Tamez en su blog: “De forma básica podemos decir que el ser humano rechaza las preguntas sin respuesta y las teorías conspirativas le brindan tranquilidad pues es más fácil aceptar la existencia de algo que consideramos injusto si se dice que pasa porque detrás hay un culpable y que solo eliminando dicho factor podrá eliminarse ese algo mucho más grande y grave, como la pobreza, las guerras o el hambre.”
No sabía cómo enfocar este post sobre la novela distópica rusa “Nosotros” escrita por Yevgueni Zamiatin en 1924, y su valor actual, o si hablar a partir de ella, de las distopías en general, y arriesgarme a reducirlo todo a un estereotipo de reseña habitual. Tampoco, hacer comparativas analíticas sesudas con otras novelas del género distópico, sería reiterativo, incluso aburrido.
En el fondo solo quería tomar una de sus inéditas y revolucionarias ideas, de la cual, todos hemos hecho acopio alguna vez, y trasplantarla a mi psicodélico jardín de reflexiones. Me estoy refiriendo al número D-503, no al ciudadano, ni a la ciudadana, I-330. Sino al número binario (D-111110111 y I-101001010) individuos, no personas, tratados como perforaciones cuadradas en la cinta de la máquina de Turing. Ninguna máquina por inteligente que sea, no puede dar respuesta a la aventura humana, ni tan siquiera saber por qué debe políticamente codificar a las personas sin nombre.
Reducir a los humanos en números contables es una cosa, y otra, que la contabilidad sea más importante que la persona. Fueron los Romanos, los primeros en ponerle número a los individuos a través del censo. Las poblaciones no se contaban, se calculaban con claridad meridiana, sin ir casa a casa, puerta a puerta, o cruzar números de nacidos y fallecidos. Los romanos descubrieron la relación, consumo anual de sal por persona y población… El consumo de sal de mesa por persona al año es un numero fijo con un margen de error estadístico muy bajo.
Discúlpenme una y otra vez más por mis veleidades hedónicas; no pretendo hacer autobiografía íntima como hombre supuestamente versado en la vida; aunque debo confesaros, que, a día de hoy no sé qué cosa es la vida social, quizás el número asignado por el sistema, un tatuaje indeleble en la piel del intelecto; no lo tengo muy claro y quien diga, a día de hoy, haber resuelto el hipotético misterio de la vida, ha dejado de aprender, y conocer, está muerto intelectualmente.
No me estoy refiriendo a lo biológico empírico, sino a lo social cultural y político. Para versado y sabio el propio diablo, ese sí que sabe qué es la vida en sociedad, ha estado interactuando con los humanos desde el principio de los tiempos, hasta camuflarse con la humanización de los primates.
Quiero hablaros del escritor ruso Yevgueni Zamiatin, poco conocido y poco apreciado y leído entre intelectuales domingueros de la tercera edad, y olvidado imperiosamente por la posverdad de las emociones como motor de la sociedad hiperconectada. Fue un libre pensador inédito para su tiempo. Yevgueni Zamiatin tenía una visión del futuro incómoda, molesta. Fue marginado como disidente de la ingeniería comunista de la felicidad planificada, y por los ministerios de la verdad progre.
Fue marginado e ignorado durante décadas. Conozco pocos intelectuales con certificado de calidad progresista, que lo hayan leído… En tiempos de mi juventud la hipérbole marxista brillaba más que el Sol de verano en Maracaibo. Alguna vez me he sentido reducidamente kafkiano, como un insecto atraído por el calor de una bombilla incandescente de tungsteno, y abrasado por el progresismo de vanguardia. La literatura marxista era parte del aire, oxígeno e hidrógeno, vitales para la vida intelectual. En aquellos días las tribus urbanas no existían, no había nada que conectara en tiempo real a los individuos. La perfección llegó a finales de la primera década del siglo XXI. La hiperconectividad humana y la cyberorganización social en números binarios. “tengo un numero, luego existo”
Entre utopía y distopía no hay diferencias aleatorias, sino certezas, proyecciones a futuro, aproximaciones, cálculos y probabilidades estadísticas. No es futurología, ni numerología, tampoco astrología predictiva. Alguien saltará de su butaca gritando, ¡herejía!. “Las utopías y las antiutopías, son un género literario, aproximado a la novela de ciencia ficción, e incluso a la imaginación poética.” El problema del lazo ideológico, es apartarla de la crítica política al infractor pensante, de la realidad. Fue lo mismo que le sucedió a Yevgueni Zamiatin, apartado de la sociedad por atreverse a disentir de la lógica y la racionalidad revolucionaria de los sóviets.
Las utopías políticas, e incluso las futuristas, no tienen que ser representaciones cósmicas de mundos posibles y felices como la novela de Aldous Huxley, o deshumanizadas como la distopía “Nosotros”, de Yevgueni Zamiatin”. Ambas visiones son extremadamente inhumanas por definición. Las dos se fundamentan en el dominio social para alcanzar sus fines: vigilancia y control. El fin último siempre justifica el orden del poder. En la sociedad hiperconectada la vuelta a la felicidad es la disposición natural de las cosas; hasta existe una economía global y financiera basada en tecnologías avanzadas para la vuelta al orden del mundo de las cosas naturales y binarias. (La lucha aquí, no es por la felicidad y la vida, ni por salvar el planeta, la casa del homo sapiens, ni la conciencia “Pets del siglo XXI”. La lucha es brutalmente financiera. Demasiado capital de inversión comprometido en los nuevos modelos industriales de economía verde, y tecnologías alternativas al consumo tradicional.
En realidad, es decir, que las cosas ocurren no por casualidad, sino, por interés materiales y financieros. No es salvar a la Orca Willy, sino a la apuesta de cientos de billones de dólares invertidos, por la economía verde sin transición. No es salvar a la ballena Willy ni a los millones de personas y empresa marginas por el cambio. En realidad, la ballena Willy es un activo financiero, solo mata gente. Quienes quedan marginados en el cambio de modelo es el tercer mundo, las tres cuartas partes del planeta.
En honor a la verdad, el nuevo liderazgo mundial no necesita de “Juan Bimba”, solo del número binario contable del individuo . En ARS Publicidad, agencia en la que colaboré, teníamos un eslogan que bien se podría aplicar a los nuevos modelos de economía verde: “Permítanos pensar por usted”… En la distopía de Yevgueni Zamiatin a nadie le cambian de género. El y ella siguen siendo el D-503 y I-330. A veces tenemos que mirarnos dentro de las distopías del siglo pasado, donde encontramos partes de la hoja de ruta del comunismo “progresista”.
El tratamiento inhumano de las víctimas de la pandemia por parte de los gobiernos y la sociedad en general, pertenecen a la novela de Yevgueni Zamiatin, “NOSOTROS”, no hay nombres, no hay personas, no hay sentimientos, no hay empatía, solo números de una lista de bajas de un balance contable. Nosotros no existimos como personas tampoco existe un listado de fallecidos con nombres y apellidos, sino, de números binarios dentro de un ordenador, y un superfuncionario con horario de reloj de cuco en un telediario, un comisario político para hablar de los números…
Las Redes Sociales han dejado de ser sistemas abiertos de libertades ilimitadas, de multitudes inteligente y felices de la Era Google de los “happy flowers”. Ahora todo es historia efímera del pasado. Las redes han evolucionado, o mas bien las han revolucionado, se han convertido, de facto, en ciber-Estados totalitarios, en modelos y estructuras políticas al servicio de ideologías verticales del mundo real, el mundo de los intereses políticos, desde donde emana el poder último del control social y del pensamiento único, en los campos de fresas en red. La ilusión de libertad duró muy poco.
Los Estados y gobiernos, son los grandes sobrevivientes del mundo tangible del poder vertical, emigrados ahora a las redes sociales, a donde han ido las manadas y las tribus de los campos de fresitas y flores, buscando libertad. Si los antiguos ciudadanos están y viven, tres cuartas partes de sus vidas en las redes sociales, el Estado y los gobiernos también quieren estar.
Instagram posee una población de avatares cercana a los 900 millones de perfiles, (cuentas), y no es la más grande de las redes sociales en usuarios. Es una tentación que pervierte la razón y la moral. ¿Quién no va a querer ser el jefe de tantos avatares, su caudillo, su timonel? Es ingenuo pensar lo contrario, gobernar un Estado llamado Instagram, con millones de Instagrammers paciendo y pensando libremente por el campo de fresas, es hoy realidad, no es una distopía literaria, es la distopía instalada.
Ahora el árbol prohibido del conocimiento se llama en las redes sociales “Normas comunitarias” es el pequeño cartel de aviso clavado al árbol, “warning”. No diga que no está advertido. El problema de esas normas es su imaginario ideológico, y su desafecto con la libertad de pensamiento, y la vulneración de derechos y garantías. Una red social no debería ser, o no puede ser, un espacio de arbitrariedad jurídicas e ideológicas. Tampoco es una supraconstitucional online.
No existe Estado totalitario sin un aparato represivo, y un centro de inteligencia adaptado a la tecnología de su tiempo, y campos de fresas vallados. Todo paraíso tiene un árbol del conocimiento del bien y el mal, un árbol prohibido, una jerarquía de arcángeles omnisciente, de vigilancia de la nueva normalidad.
El concepto de infracción en las Redes Sociales, cada vez más, se parecen a los zapatos de cemento de los Gánster, en cierta medida transmiten el mismo mensaje y el mismo miedo. Un método persuasivo infalible para hacer invisible a los disidentes con el código de la mafia. El equivalente a los zapatos de cemento, son los baneados y el exquisito “Shadowban”, especie de prisión de Alcatraz para Instagrammers díscolos. Una temporada a la sombra, amansa a cualquier disidente, y si cuenta su experiencia, más que mejor, porque sirve de vehículo para esparcir el mensaje del miedo, los temibles zapatos de cemento offline, los Shadowban, y los baneados.
“Los Gulag de las redes sociales”
Una temporada invernal en los campos de reeducación de los Gulag online, como castigo, es una práctica aceptada y con poca resistencia popular en las redes. Nadie se solidariza con un apestado, un señalado por el poder, ello responde al estigma psicosocial de “algo habrá hecho”. Un confinado, es decir, desterrado a los confines del mundo conocido, el Fisterra, es el summum, el grado máximo al que puede llegar el poder en su crueldad. Peor que la muerte más temida!
El control social y represivo, requiere tecnicismo, sobre todo aprendizaje de la historia y método científico. No se matan moscas a cañonazos como lo hacían los regímenes comunistas de fuerza. Todo evoluciona para mejor. Un ejemplo es: No hablar de regímenes proletarios, sino de gobiernos progresistas. Si alguien ha aprendido más que los propios liberales sobre la sociedad del consumo y los mercados y la publicidad, son los antiguos regímenes proletarios, hoy progresistas con todas sus letras. No hablo de las libertades, ni de la propiedad privada, ni el capital, sino del lenguaje de las masas y sus expectativas de progreso.
“¿Has notado que tus publicaciones tienen menos alcance? ¿Tus últimas publicaciones no han tenido las interacciones esperadas? Es posible que hayas cometido alguna infracción e Instagram te haya baneado tu cuenta.”
Facebook es la plataforma más popular en el mundo, con 2.3 mil millones de usuarios activos, y la más temida de todas las redes. Pero debemos decir en su favor, que han dejado de matar moscas a cañonazos, e incluso el temible dedo pulgar sobre el cristal de la ventana, aplastándolas. El Baneado y los Shadowban son formulas exquisitas de nueva generación (Algoritmos de censura), pero sin dejar restos de sangre. Hacer intrascendente a los infractores del pensamiento político único, hacerlos irrelevantes, pero sin que se den cuenta. El secreto está en poner a la sombra todo lo que publiques en tu muro, evitando su capacidad viral de difusión. Quizás una docena de seguidores puedan verlo, para crear la falsa armonía, la falsa ilusión de estar vivo en la red.
Cómo controlan tu información, tus opiniones, las principales redes sociales: Twitter, Instagram, Facebook y Youtube; ya no te borran la cuenta por ser una mosca cojonera. Ahora te encierran dentro de una botella trasparente para que sigas teniendo la sensación de libertad. Ocultan tus opiniones, hasta hacerlas irrelevantes, inocuas, sin que te enteres, una muerte intelectual lenta. Literalmente te ponen a la sombra, ralentizan tus contenidos, anulan tu voluntad y personalidad en la red. El algoritmo se llama, ‘Shadow Ban’. El cruel confinamiento invisible, es una forma más de exterminio virtual de un avatar disidente… La solución final nazi, pero ligera, light.
Para el filósofo Prusiano, Immanuel Kant: “El disfrute del poder corrompe de manera inevitable el juicio de la razón y pervierte su libertad”.
(*) Para la segunda parte de este post: les hablaré de la necesidad de crear asociaciones virtuales de usuarios de cada una de las redes, e incluso, la figura internacional de defensor del los avatares. Si los gobiernos han perseguido a los ciudadanos hasta las redes sociales, también habrá que protegernos de las arbitrariedades de los administradores de las grandes redes sociales, y los gobiernos emigrados a las redes.
¿Saldremos indemnes de la globalización, o de las tribus globalizadoras? Es la pregunta franca que me hice al empezar a leer el magnífico ensayo de Amin Maalouf ‘El naufragio de las civilizaciones’. Si os soy sincero al terminar de leerlo, no encontré la respuesta esperada, es más, ninguna parecida. El problema cognitivo y de asimilación de las ideas, nunca se le puede achacar a la obra, sino, a la reconfiguración del lector encriptado en un deber ser de las cosas, y menos, partiendo de un dilema personal. Es como intentar arrancar un coche echándole azúcar al tanque de gasolina. Es decir, no se puede leer estando dopado de ideas y prejuicios tabú, para buscar unicornios azules.
Eso sí, encontré algunos planteamientos que me reafirman mis tesis sobre las nuevas tribus globalizadoras, que me han ayudado a mejorar y ampliar mis teorías sobre los nuevos paradigmas y sus paradojas sociales. De eso se trata la investigación sociológica: masticar el cuero para ablandar los mocasines como lo hacían las mujeres de la cultura Powhatan, los primeros zapatos ergonómicos del mundo. Por qué éste ejemplo tan rebuscado y provocador. Porque es una forma de medir la indignación. Cuantos de ustedes habrán reparado en la ideología de género, como modelo corrector del discurso. “Es decir los indios americanos eran machistas”
Amin Maalouf es uno de esos sociólogos acostumbrados a masticar el cuero, antes de hacerse unos cómodos mocasines indios Powhatan… Nos habla, o más bien nos alerta de que “nuestras civilizaciones se agotan”, aportando una panoplia de razones y desenvolventes históricos ilustrativos, no por la variedad de ejemplos, sino, por la acertada actualidad de la inmersión teórica. La desconfianza hacia el “Otro” como motor de las tribus globalizadoras.
Vuelven los Yo acuso de Émile Zola, el Me too, el pacifismo, el multiculturalismo, la xenofobia, la intolerancia política y religiosa, el populismo, el individualismo y la insolidaridad del nacionalismo, el negacionismo, el animalismo, el podemismo, el feminismo, el ecologismo militante, el adanismo ideológico, y el ANTIFA del antirracista del «Black Lives Matter», Las vidas negras importan.
La única amanera posible de entrar a una tribu globalizadora de la “nueva normalidad vigilada” no es con el empleo de arietes medievales, ni complejas contraseñas, sino con una simple camiseta con el eslogan de pertenencia, y en su efectos, un emotivo tweet, y el obligado y like de me gusta. Antes de la globalización y del fin de las ideologías de Daniel Bell, todo tenia esqueleto como los vertebrados. Hoy en día, las ideologías son invertebradas, y duran menos que el sol del mediodía en invierno.
Del “me too” al “you too”
La plataforma HBO (Taquilla en casa) el canal de TV por suscripción con sede en New York, se suma al movimiento «Black Lives Matter». Ha decidido retirar de su amplia oferta de cine la película “Lo que el viento se llevó”, por ser una película racista. Guión cinematográfico basado en la novela de Margaret Mitchell. Una de las novelas más populares de la historia de la literatura universal. Hace poco tiempo, y a motu proprio (iniciativa), había tenido otras ocurrencias populares, como fue retirar de sus listas de films las películas con fumadores, lo que reducía su cineteca a la décima parte de toda la producción mundial. Lo que los hizo recular muy pronto. Si al cine les quitas, la carne, el gluten, la grasa, el aceite de palma, el azúcar, los conservantes, los colorantes, el amarillo No.5, la lactosa, la cafeína, y el plástico, te quedas sin cine. Tenía razón el bolchevique Vladimir Ilyich Lenin, en su visión del cine como herramienta educativa al servicio de la revolución.
No han tardado mucho las temidas “tribus globalizadoras” en producir y reproducir nuevos prototipos de movimientos progresistas (nichos) anidados en el resentimiento atávico y arcaico. El miedo se reinventa como nueva lucha de clases; ya no es la pobreza, ni las naciones, sino la nueva sociedad sin nación. De la metamorfosis a la transición del modelo de denuncia (Yo acuso) de Émile Zola, pero versionado a lo vestía en las redes sociales. Del célebre yo también, “me too” a este otro modelo de acusación e identificación del enemigo, tú también, “you too”. Este libro, ésta escultura, ésta calle, ésta película, éste autor, etc. son enemigos de la tribu globalizadora.
¿El porvenir de las nuevas generaciones es incierto, se basa en el aniquilamiento de la historia?. ¿desaparecer lo que ha dado sentido a la aventura humana?, ¿Y las naciones Estado, desaparecerán?. La nueva pesadilla no tiene pasado, sino futuro.
A veces olvidamos que el confinamiento es contra el virus, no contra la inteligencia… No creo que éste sea el mejor momento político ni social, para contabilizar muertos o fallecidos con criterios de calidad epidemiológica científica: “tú sí, tú no, y tú tal vez”. Las víctimas de la pandemia perdidas en el limbo de un macabro cajón de sastre, esperando el frío escrutinio final de “tú sí, tú no, y tú tal vez”. Me congela el corazón!
El insoportable espectáculo diario de baile de cifras resulta perverso, para una sociedad angustiada por la tragedia de la pandemia viral, o por cualquier otro desastre de origen natural, que difícilmente la cordura, la razón ni el miedo pueden mitigar, cuando no hay certeza de nada. El “tú sí, tú no, y tú tal vez”. Puede tener todo el rigor científico, pero no deja de ser percibido como ruleta de la suerte.
Los filtros y las cribas son brutales e inhumanas, cuando el rigor estadístico supera la ética política y a la persona por el número. En medio de la zona cero no se puede dar tal espectáculo científico y verborreico, propio de aprendices de humanos. Una sociedad sobreimpresionada y en shock, lo menos que le puede interesar es la minuta científica, y el desorden que manifiestan inseguridad agudizando el dolor.
Una cosa es, mi querido Don Simón, es la gimnasia y otra la magnesia. “Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa dice el sentido común”. Confundir trasparencia con rigor científico es de imbéciles. Habrá tiempo para el rigor estadístico científico y epidemiológico académico, una vez terminada la pandemia. Pero por favor, los espectáculos públicos de malabares circenses, los mínimos.
No es ético, ni jamás lo será, la sobreexposición de los ciudadanos a un diálogo saturado de tecnicismos estadísticos, ni al pasteleo incesante del número por el número, como sinónimo de transparencia. Relativizar la tragedia humana con tecnicismos y eufemismos con “porcentajes del porcentaje de los porcentajes” o el angustiante “tú sí, tú no, y tú tal vez”.
A veces el cálculo y cómputo estadístico se deshumanizan en el análisis técnico, tienen un valor y un relato sólo para mentes entrenadas. Resultan ser un ejercicio confuso e infame. En plena pandemia no se pueden retener a miles de fallecidos en una suerte de cuarentena o cajón de sastre. El tratamiento de las personas como si fueran números resultantes del problema matemático de Collatz, uno de los más fáciles de enunciar y difíciles de resolver. No es aceptable como modelo de comunicación. ¡No nos explique su trabajo, hágalo!
Considero fuera de lo ético humano, el cálculo político cortoplacista en medio de una pandemia para sacar ventaja electoral e incluso penal. Anestesiar a los ciudadanos con nomenclatura técnica para amortiguar la indigerible tasa de fallecidos, hasta ralentizarla e incluso disminuirla, es lo mismo que desnaturalizar el costo en vidas. Es cierta la metáfora de Einstein: “Dios no juega a los dados”, los políticos sí, pero con dados cargados.
Los aducidos por el cientifismo estereotipado del cine, no siempre se adaptan a la realidad, son individuos desarbolados de sentimientos y empatía social. El cliché impera antes que el sentido común. No todos pueden asemejarse al físico británico Stephen Hawking y sus estridencias, ni al humor de Einstein, ni al profesor Protón, de the Big Bang Theory, tampoco al profesor Hubert Farnsworth de Futurama, y no me olvido del genial profesor Poindexter, del Gato Felix. El problema aquí no es la exageración, sino el quedarnos cortos en el análisis.
No todos los científicos son actos para comunicar conocimientos, y menos explicarlos, por mucha que sea la apariencia de científico loco desaliñado o de detective Colombo. La inteligencia emocional es algo que se tiene o se entrena. El fracaso comunicacional de Don Simón en medio de la tragedia ha sido un duro varapalo para la confianza, la credibilidad y la paciencia, sólo superada por el dolor de las víctimas. Poner a miles de fallecidos en cuarentena, esperando las notas del examen de selectividad. “tú sí, tú no, y tú tal vez”. Solo puede tener una finalidad política amoral, como el rédito electoral, y el manual de resistencia.
Cuando decimos que algo no se debe hacer, no significa que no se pueda hacer: como parchear la censura a base de eufemismos oficialistas convincentes. Pero la realidad nos dice, que sí, que sí se puede, siempre se puede en nombre del bien común y el interés general. Incluso se puede esconder un cadáver en el sótano o la buhardilla, y que huela a Chanel n.º 5… ¡Siempre se puede!.
En realidad, la censura se percibe en la sociedad como fenómeno sobrenatural, solo visible para quienes la sufren. He ahí su poder intimidatorio y su éxito en la historia, su invisibilidad. La censura es lo más parecido al Área 51 norteamericano, el misterioso lugar qué algunos creen que alberga extraterrestres. Todos hablan de él, pero nadie lo ha visto. La censura opera en el mimo nivel del conocimiento persuasivo que aparece en los evangelios: “ver para creer”…
El ejercicio de la censura ha cambiado, evolucionado por formas más expeditivas y selectivas de persuasión y control social, y todo ello en tiempo real. Incluso la censura es aceptada como el “gendarme necesario” el corral invisible de la cohesión social en torno a un modelo de pensamiento hegemónico único, especie de algoritmo vigilante, donde no se permite la disidencia. La sociedad líquida de hoy es una recreación del absolutismo político de Thomas Hobbes, toda vale para mantener el orden del mejor de los mundos posibles.
El problema de fondo de la censura es la concepción del hombre y la sociedad como propiedad del Estado bajo un signo político y color, “legitimidad funcional” cuya legalidad emana del poder. Hoy en día la sociedad es percibida como código fuente abierto, donde poder sobre escribir las veces que sea necesario por el omnisciente Estado administrador del código fuente. El famoso y temible 404 Not Found, también existente en los avatares digitales.
La censura nos retrotrae a la literatura y la historia y sus registros inverosímiles para las nuevas generaciones bautizadas en sendas pilas o palanganas de lejía (poncheras sacramentales). Las visitas oficialistas con nocturnidad de los señores de negro, derribando puertas, y quemando libros, cartas y manuscritos, y detenciones arbitrarias y brutales, solo quedan para las películas de trasnocho en cines de barrio y cintas de VHS, y las novelas negras de bolsillo, basadas en el miedo, la violencia, la injusticia, la inseguridad y corrupción del poder político.
La censura según la RAE: En un sentido amplio, “se considera como supresión de material de comunicación que puede ser considerado ofensivo, dañino, inconveniente o innecesario para el gobierno o los medios de comunicación, según lo determinado por un censor”. A todo sistema represivo, le acompaña un relato ingenuo, “la injusticia no es injusticia si se hace por un bien superior”. O este otro: El sistema más justo de control y censura política, es el que emana de un algoritmo inteligente no humano, donde no media la personalidad del censor, es decir, es newtral.
Los medios digitales que operan en España, YouTube, Facebook, Twitter, y Whatsaap, están administrados por una generación de jóvenes adánicos y progresistas rabiosamente empoderados de complejos de clase social, hijos de la ponchera bautismal de lejía, el hipoclorito de sodio, que todo lo blanquea incluido el pensamiento político y la historia.
No esperemos de esta nueva generación empoderada de progresismo populista, a ningún objetor de conciencia, que se niegue al vil y despreciable oficio de censor, o a ser el brazo ejecutor contra la libertad. Hay una película que lleva un titulo muy sugestivo: “Cariño, he encogido a los niños”. También vale para la reflexión de un censor en YouTube: “Amigos, he encogido al país”. Cada acto de censura es encoger un poco más, y más el país. La censura es recortar libertades.
Quienes hayan leído historia de las ideas políticas, se habrán dado cuenta, en términos de conciencia, que el ejercicio liberticida de la censura no existe la izquierda y derecha, tampoco en el Cosmos, solo existe la simetrías, algo así como los espejos. Toda realidad es una denuncia en sí misma de la historia frente al espejo. Quienes no conocen el costo humano de la libertad, están dispuesto a repetir la historia sin verse inmerso en la huella del espejo. Al parecer, y para mucho administradores de las redes sociales, las acusaciones de censores podemitas, son el equivalente a los berridos de la ovejas trasquiladas, que no entienden que es por su bien, y el interés general de la sociedad.
El guerrero más fuerte de Israel fue Sansón, quien utilizó la primera arma de guerras no convencional para aniquilar el solo a mil hombres. Una quijada de burro. Es decir, que, hasta la misma Biblia, nos dice, más allá de las parábolas morales evangelizadoras, que para la guerra y la paz se vale todo. Para mí la enseñanza moral de esta parábola es la defensa con un objeto no esperado por el enemigo.
Éste post va sobre “guerra, Paz y libertad” y no me estoy refiriendo a la invasión napoleónica de Rusia, o la Era postnapoleónica ni a ninguna otra guerra de las llamadas convencionales, guerras correctas, tampoco a la novela del inefable León Tolstói. El problema de la expresión convencional es su propia definición como: habitual, acostumbrado, convenido, reglado.
El sociólogo y el politólogo deben analizar antes de especular, el lenguaje, la fauna, y la historia. Y luego hablar paja en abundancia, pero no antes. En la universidad los estudiantes de sociología en Venezuela, decíamos que antes de meternos en una jaula, primero había que analizar el palo del gallinero, como indicador de cagadas. En otras palabras, toda sociedad tiene su palo de cagadas.
Ante tanto convencionalismo abusivo sobre lo que es una guerra, incluida la paz, las nuevas guerras y la futurología Star Wars, es casi imposible sostener un discurso diferenciado coherente, otra cosa es que sea serio. Ahí radica el problema de fondo, cuando el discurso y las ideas transitan fuera de las vías paralelas. Las paralelas son líneas que se extienden hasta el infinito, pero nunca se cruzan, ni se sobreponen las unas a las otras. Es una definición de la geometría perfecta del discurso político correcto.
La Guerra y la Paz, como decía al inicio del post, no dependen a día de hoy de los hilos de viejas guerras de conquista y paz. No hay que remontarse a la gran Guerra de Kurukshetra, 3102 a.c. Narrada por el Bhagavad-Gita, ni tampoco a las guerras de Alejandro Magno. No todas las guerras son conflictos bélicos.
Hace poco asistimos a uno de esos modelos de guerras no clasificadas, pero sí reconocida por analistas políticos. La guerra mediática de Rusia contra EEUU, que aniquiló en las elecciones presidenciales de 2016, al partido Demócrata de Hillary Clinton con millones de cadáveres votantes, pero ningún muerto físico.
Las guerras económicas son en principio, guerras políticas porque de ellas depende el poder real de cualquier ideología. Para la Rusia de Putin, las noticias falsas, Fake news y las noticias profundamente falsas, las Deepfake, noticias de diseño basadas en el análisis de la Big Data, con ingeniería de laboratorio, vienen a ser lo mismo que la quijada de burro de Sansón. Un arma de guerra digital no convencional, low-cost.
En la búsqueda del supersoldado «The supersoldier» con poderes sin parangón, tales como leer la mente del enemigo, atravesar paredes o incluso matar una cabra con tan sólo mirarla fijamente. Son parte de la vieja ficción novelada: El mejor supersoldier, bueno, bonito y barato, son las Fake news y su ingeniería basada en la Big Data.
Hay quienes opinan, con mayor o menor grado de acierto, y otros sólo lo pensamos, que las tres potencias militares “Street Fighter”, siempre han trabajado en un “hipotético escenario de guerra biológica no declarada, que sustituiría la vetusta quijada de burro de Sansón, y los misiles balístico intercontinentales, las bombas de neutrones, y la militarización del espacio exterior del planeta.
Tampoco las actuales guerra de nueva generación, las Fake news de Rusia Today RT, y la guerra privada de Trump a los mercados y las instituciones de naciones unidas y la globalización. Los actuales arsenales biológicos y sus respectivos laboratorios militares, tienen viso sospechoso de ser el origen de la pandemia. ¿Es un hecho verdadero o probable?.
Pero sí altamente probable, es el accidente en un laboratorio biológico en Wuhan. Lo que el mudo ya reconoce entre bastidores, que el COVID-19, es el Chernóbil chino. La fuga de un virus letal. Un accidente que también pudo haber sucedido a cualquiera de los actores de las tres potencias militares “Street Fighter”.
No comparto las prisas de la elite científica (progresista) por desmentir las teorías de la “manipulación genética del virus” en un laboratorio militar biológico de Wuhan . Las prisas siempre son peligrosas. El efecto de esta gran mentira es tal que los científicos de todo el mundo han decidido estudiar sus genes para comprobar si, efectivamente cabe esa posibilidad. Lo que han descubierto es que una máquina de contagio tan perfecta está muy lejos del alcance de la creación artificial.
Ningún virus esta hecho o fabricado en una impresora 3D, tampoco es el resultado de pócimas mágicas combinadas, y mucho menos creados a través de la piedra filosofal del gran maestro Confucio. Los virus pueden ser manipulados genéticamente, y/o adiestrados. Si algo puede mutar, cambiar, puede también aprender; sí se les puede debilitar, también se les puede fortalecer.
El gobierno chino, y no me estoy refiriendo al genial y emprendedor pueblo chino, sino a otro tipo de entelequia política y militar ajena a los pueblos. Los interese aconfesionales de una mega potencia como China, que tiene ante si, desafíos imperiales a lo Star Wars, desafíos galácticos. No va a reconocer el origen militar del virus.
Ninguna potencia entra en un mercado para ser parte del microcosmos del mercado, sino paras ser el propio cosmos, el propio mercado. Antes hablábamos de los rusos y de Vladimir Putin innovando en la industria de armas de guerra no convencionales como las qijadas de burro. Ahora aparecen otros actores en esta guerra de qijadas. Los chinos con su jefe, Xi Jinping. Y no me olvido del Tío Sam, Donald Trump.
Los laboratorios Biológicos militares de nueva generación, hoy en día, son escuelas para virus, no tienen nada que ver con la idea anacrónica de almacenes de clasificación de virus, bacterias y hongos letales. Seleccionar los virus más mortíferos, y someterlos al aula de entrenamiento, aprendizaje, y luego al examen de escenarios de guerra. El lema griego de: más rápido, más alto, más fuerte, y más letal (Citius, Altius, Fortius) es una realidad. Se manipulan virus con sus respectivas vacunas. Un virus puede y de hecho lo es, el sustituto del supersoldado jamás soñado por ninguna potencia hegemónica, en la historia.
El juego de guerra consiste en medir su capacidad de destrucción, durabilidad, resistencia al clima y expansión silenciosa. Algunos de ellos son llamados virus morales: Aquellos que solo afectan a la población económicamente activa, e incluso a grupos de edad y raza. También se valora el tiempo que el enemigo tarda en encontrar una vacuna, y la capacidad de anular y destruir las economías.
El estado natural del hombre en sociedad, según Sigmund Freud, era la neurosis. Confieso que siempre he sido un enamorado de esta apreciación ontológica del hombre. Lo peligroso para la integridad del ser humano y la humanidad es la racionalidad lógica del androide desprovisto del airbag de la neurosis. Hoy día se criminaliza el pensamiento crítico basado en el modelado algorítmico psicosocial Freud. Cuando alguien pone en duda la verdad oficialista, se le tacha de fascista o conspiranoico, por poseer un sistema de protección activo (airbag) o teorías alternativas a la oficial.
Esto ha funcionado así a lo largo de la historia de la humanidad, y sigue funcionando en el Sanedrín mediático. A hora ya nadie habla de censura, basta bloque al infractor de la opinión oficial. También bloquear a tu enemigo ideológico es una arma no convencional de destrucción masiva, es el equivalente a la quijada de burro 2.0 del modelo tecnológico fact-checking, newtral.
El famoso Estudio Nacional de Seroprevalencia de Pedro y Pablo, resultó ser la crónica de una muerte anunciada; no se puede poner vendas antes que la herida, eso lo sabe cualquier párvulo pegado a una consola de vídeo, o de cualquier estudiante de primero de Estadística. Resulta extemporáneo hacer estudios generales sobre la seroprevalencia de un virus en una población en los inicios de una pandemia. Es como pretender estudiar los daños de un incendio en sus inicios. No es malo tomar muestras cada día, cada hora, cada minuto y segundo sobre el desarrollo de una pandemia. Pero no lo vendan como estudio general de la pandemia.
Los errores del gobierno forman parte de la nueva normalidad de la crónica anunciada. El gobierno es una maquina perfectamente engrasada para producir mentiras, engaños, errores, y ocurrencias, pero con tanta premura y velocidad, que solo recordamos la último de la autopista de mentiras, hasta la próxima ocurrencia.
Hace tiempo que me puse como disciplina moral, no olvidar el decálogo de ocurrencia de Iván Redondo, el perverso Cardenal Richelieu de Moncloa, el Rasputín de las alcobas y los ministros con glamour al estilo creativo de Emmanuel Macron, pero sin pedigrí político ni rigor técnico científico ni empresarial. Nicolás Redondo es el hombre de la Cábala mística del poder entre bastidores, el titiritero de los monigotes. Algo así como, la estilla clavada en la uña de la democracia en franca decadencia.
Hoy la prensa nos acerco a esta desconcertante noticia: “España, a merced del coronavirus: el bajo nivel de contagio aleja la inmunidad de grupo… Los primeros resultados del Estudio Nacional de Seroprevalencia apuntan a que sólo el 5% de los españoles tiene anticuerpos del Covid-19”. (El Español)
Pretender tomar, y con rigor científico, una muestra representativa de la totalidad de la población en España a través de test, especie de mapa de seroprevalencia, o mapa epidemiológico del Covid-19, es tan sospechosamente insólito como extemporánea y etérea. Es algo así como realizar encuestas a través de técnicas de muestreo estadístico a la población en general española, sobre el nivel de satisfacción en la compra de Yates y aviones.
La estadística lo aguanta todo, son como los carteles de publicidad, tienen sus extremos, los hay excepcionales, muy buenos, buenos, malos y muy malos. En mi caso, siempre he clasificado a la estadística en dos campos: Las que buscan conocer cosas bajo la luz de la lámpara, y las arriesgadas, que buscan conocer cosas fuera de la luz de la lámpara. Ambas tienen su metodología reconocida. Otra cosa son los modelos estadísticos para el cálculo de probabilidades.
No se puede tomar muestras sobre lo que todavía no ha sucedido en Cantimpalos, pueblo de Segovia, ni en el Cabo Finisterre de la Coruña. Querer saber, si en España se ha formado lo que los epidemiólogos llaman la inmunidad de grupo, de rebaño o de racimo. Lo que representaría un estudio razonable, sería mapear las zonas y municipios o barrios más golpeados por la epidemia. Pero lo más sensato resultaría hacerlo a colectivos como sanitarias, policías, militares y servicios conexos y familiares de riesgo, y ancianos. Lo demás sería ciencia ficción. Fragmentar un estudio tan pequeño para hacerlo representativo del estatus epidemiológico de la población en España, es impericia. No es el momento de coleccionar datos inconexos y mistos, para luego hacer deducciones científicas sobre la inmortalidad del cangrejo.
Estoy dispuesto a colaborar y trabajar ¡GRATIS! Y sin crédito social, ni reconocimiento alguno, y de forma anónima, con el gobierno podemita, si se deja aconsejar, sobre técnicas estadísticas de muestreo, modelos de aproximación e investigación epidemiológica y sociológica. Una cosa son las encuestas de opinión, y otra la gimnasia. Cómo alcanzar respuestas aproximadas a los problemas e incógnitas científicas, con métodos estadísticos.
El problema de fondo con el que se ha enfrentado la humanidad se llama: ¿Qué hacer?. Las ciencias empiezan con dicho dilema de trabajo. Bien sea en la filosofía, la política, la economía, e incluso la literatura. No tenemos que ir a la novela de Nikolái Chernishevski, un filósofo socialista utópico, para reivindicar el dilema de ¿Qué hacer?. Vladimir Ilyich Lenin, también se planteó el trabajo de organización metodológica y estrategias políticas basadas en la pregunta de Chernishevski.
He trabajado en investigación social y estadística para la OEA Organización de Estados Americanos durante años. Resolver problemas de metodología estadística en investigación social era mi trabajo. Hay dos errores de bulto en este Estudio de seroprevalencia, muy comunes a la falta de experiencia y conocimiento. Creer que los problemas e interrogantes se pueden adaptar a las estadísticas, o que las estadísticas se pueden amoldar a los problemas para darles forma lógica y sentido político a conveniencia.
La amenaza más letal, no es exclusividad de los virus, también lo son los políticos al servicio de ellos mismos… “A diferencia de los desastres naturales, cuya afectación está limitada a un territorio y un periodo de tiempo determinados, las pandemias tienen la capacidad de alterar para siempre y a escala global la vida de las personas: el trabajo, el transporte, la economía y hasta la vida social de la gente pueden cambiar radicalmente”… También el virus del populismo ha hecho el mismo trabajo de demolición, en las personas y la economías…
Bajo la amenaza del terrible tenedor de acero del diablo hay un pueblo esperanzado, eso creemos y repetimos todos como un sabio y elaborado mantra tibetano. El viejo resabio popular dice que es saludable pensarlo. El problema de este vicio popular es que viene sin prospecto de instrucciones y sin la etiqueta azul de homologación europea. Se nos pide transitar el desierto sin pasar hambre ni sed, y cruzar a pie el mar sin mojarnos el culo, e incluso aplaudir todos los días a una misma hora con exactitud suiza; lo más parecido que conozco hasta hora, son los mensajes mágicos e inútiles dentro de una botella. Es el síndrome del náufrago en estado puro, confinado en su casa.
El tridente del diablo tiene forma simple y reconocible como todas las amenazas políticas y sociales descritas y contadas por la historia. En nuestro caso la representación de la amenaza tiene tres puntas: Muerte, enfermedad y trabajo. El confinamiento combinado con la desconfianza en el gran timonel, Pedro, Pablo y Don Simón, es una implosión de nuestra personalidad, una implosión hacia dentro de nuestra integridad emocional. Todo ello, nos devuelve a la vieja precariedad protosocial del animal. Nuestras expectativas son las misma hoy en día, que un hombre de la prehistoria de la etapa Lítica de nuestros ancestros entregados al animismo del mundo natural desconocido. Hemos sustituido los miedos de nueva generación como no tener Wi-Fi, papel toilette, y perder el Móvil, a miedos menos racionales y más primarios del hombre atrapado y vacío de contenido social.
Para el gobierno podemita bolivariano de Pablo y Pedro, la extrema gravedad de la situación que está sufriendo el país se asemeja a un siniestro total, es también y por qué no, una oportunidad en términos de cálculo político y marketing de diseño electoralista. El control omnímodo del Estado y la ventaja electoral legítima que tiene el gobierno podemita, no lo van a dilapidar. Las estadísticas dicen que lo están haciendo bien. Es la indolencia política que recogen los libros de historia, pero de la que nadie aprende. Aquí bien podríamos sustituir la lira de Nerón por las estadísticas de Tezanos. Y a Nerón por Pablo y Pedro recreados en ellas mientras Roma arde por los cuatro costados.
Hay que reconocerlo, lo mejor del gobierno ha sido el control de los medios de comunicación social embozados de bocadillos de jamón y chorizo ibérico. Podemos decir que Pablo y Pedro han tenido cintura de boxeador; y sobre todo con los comisionistas del partido e intermediarios, las aves carroñeras de esta crisis. Hay cosas prioritarias para el populismo de manual de resistencia, que están más allá de los respiradores mecánicos, materiales sanitarios, mascarillas, test rápidos, UCI hospitalarias, ancianos, y estadísticas epidemiológicas alarmantes. Decía antes que habían tenido cintura de boxeador, pero también, la consigna delirante de aguantar, y aguantar de pie a cualquier precio y como sea, incluido dar golpes sucios y bajos. Lo primero que construye el político de raza para su resistencia política son las empalizadas, las alambradas, el corral, y luego por último atender al rebaño y su emergencia, aunque sea a golpe de lentejas. Pero nunca, nunca hacer lo contrario a lo que dice la doctrina del Manual de resistencia de Pablo y Pedro Sánchez, héroes de la crisis para el progresismo antiparabólico…