El problema es el planteamiento. (II)*

La madrugada me encontró trabajando en la búsqueda del santo grial del diseño. Era sábado de primavera de playa para muchos, pero yo me encontraba atascado luchando infructuoso contra una idea por defecto viciosa, que no respondía «al planteamiento inicial del problema planteado por Petkoff». Sabía por experiencia que la solución a un problema mal planteado es una mierda. Ese día dediqué cada minuto de vigor a la misión, un encargo in extreme de Teodoro Petkoff: El diseño gráfico para un partido político no marxista, no autoritario, abierto y democrático, llamado: Movimiento al Socialismo MAS. –Por lo menos yo compre el producto–. Pasé el fin de semana confinado en mi habitación 3-IN-ONE, especie de estudio de trabajo, Isla robinsoniana y dormitorio, eso sí, escuchando a The Who, Janis Joplin, Led Zeppelin, Joe Cocker, Carole King y Joan Báez. Siempre he mantenido la creencia de que el diseño es producto de lo que escuchas y consumes.

Confieso que no podía dormir esa noche del viernes para el sábado; lo que me hizo madrugar fue el sentido del orgullo, la estima y el escozor del desafío. No es que no tuviese una idea de diseño inicial, el problema fue que la primera idea que tuve nunca llegó a abandonarme. Incluso por encima de otros diseños rupturistas y con más recuerdo e impacto visual. La primera idea de diseño fue en apariencia fatal y ruinosa, era digna del diván Jacques Lacan. Se había convertido en un problema de contaminación visual obsesiva. Y no tenía tiempo para una descontaminación documental apropiada, tampoco disponía de un layout orientativo y menos un dossier, sólo de un ‘planteamiento inicial’. Me encontraba como (Gary Cooper viendo el reloj) “Solo ante el peligro” con la diferencia, que una es ficción y lo mío realidad. Hay quienes piensan que el diseño no duele, pero se equivocan, lo que cobra vida siempre duele. Es el síndrome de Pigmalión.

“Cuando un cliente te dice ‘métele más diseño’ es porque te ha perdido el respeto, en otras palabras, estás muerto / M. E. Ponte

Durante mucho tiempo, quizás demasiado, tuve el afiche como segunda piel. Vivía rodeado de su materia estética y sus mundos coloridos de vanguardia. El cartel era el paisaje, como para otros, eran los discos de salsa, el rock and roll, y las barajitas de beisbol. En realidad nunca he sido un coleccionista ni fans de ninguna cosa, ni he estado encerrado en ellas… Mi estancia estaba tapizada de gritos y mensajes de rebeldía, a veces contradictorios entre ellos, eso sí, ninguno era un dechado de racionalidad virtuosa. En realidad estaban ahí para recordarme que no todo en el cosmos era izquierda, derecha y armonía. Me gustaban más por su estética disruptiva que por lo que revindicaban. Mi intelecto (formación) no se correspondía con la cultura de la pequeña burguesía acomodada de los nuevos ricos, que compraban libros por metros y colores que combinarán con las cortinas y los muebles del salón. Y si eran enciclopedias Salvat mejor, que mejor.

“El mundo no está hecho de verdades, sino de realidades que no gustan a todos”. Manuel Eduardo Ponte

En los años 70´ disfruté de la mayor panoplia de carteles gráficos de la historia antes de su inesperada muerte súbita a mediados de los 80′, la década Kitsch. En aquellos días se podía viajar por la historia contemporánea a través del cartel sin movernos de un lugar, e incluso, escribir nuestra propia crónica sugestiva de la historia que nos había tocado vivir o sobrevivir a ella. La Era de las oscilaciones ideológicas. Sabíamos como sociedad en qué estábamos, además que pensábamos con sólo mirar un cartel. De esto y de aquello, estaban hechas nuestras conciencias y nuestros sueños, llamémosle alienación. Hay un libro de antipsiquiatría intitulado “viaje a través de la locura de: Mary Edith Barnes y Joseph H. Berke”. Quizás debería yo escribir otro ensayo con un título igual de sugerente: “Viaje a través de la locura del cartel de los años 70´, los orígenes de la locura.

En tres días con sus lunas, cree el logotipo del puño en alto del MAS, cuyo diseño en apariencia ya existía en la memoria social de las dos últimas décadas. A veces el diseño es un proceso de síntesis y aproximación, más que de originalidad y capricho. Nadie crea nada más allá de su espectro sociocultural. Los diseñadores gráficos estábamos acostumbrados a crear cosas sin atender a la demografía de los pueblos. Seguíamos las pautas del arte, que no pregunta, se impone. No conocía a ningún artista universal haciendo encuestas de opinión, o realizando degustaciones en los supermercados de sus obras para ir haciendo correctivos al producto. El problema a día de hoy sigue siendo el mismo. Aunque las nuevas tecnologías de la comunicación y la información nos permiten en tiempo real testar nuestras obras; de hecho, se escriben novelas adaptadas a los públicos en función de sus perfiles.

La leyenda urbana dice: “Un cartel es un grito pegado en la pared», creo recordar que fue David Ogilvy, padre de la publicidad moderna y progenitor de la frase, y no el artista Español José Renau, a quien erróneamente se le atribuido. Seamos justos. Demos al publicista lo que es del publicista, y a Dios, lo que es de Dios.

La población en Venezuela, para aquel entonces, era en su mayoría rural y provinciana, mal informada y comunicada con el mundo geopolítico y sus vicisitudes histórica, su comunidad de intereses eran otros. El Estado no llegaba a todas las partes del territorio, pero Acción Democrática, y la cerveza Polar, ¡sí!  Crear un logotipo para un nuevo partido, en teoría para mí, “podría funcionar cualquier cosa”. Sí así era, por qué no probar con cosas ya testadas en la sociedad del cambio, y la protesta como forma de vida, per se.  

Qué decir de Bob Gill, para aquel entonces, sabía muy poco de él como diseñador gráfico y nada de su trayectoria profesional y de su pensamiento creativo… No niego que su lenguaje gráfico no tuviese algún impacto didáctico y formativo en mis ideas de diseño gráfico, pero no de forma consciente. Pero a diferencia con Bruno Munari, de quien conocía su obra, trayectoria y método, a Bob Gill no le conocía como teórico del diseño gráfico. Bruno Munari, para aquél entonces, era un diseñador y artista de culto . Representaba para mí las claves y las esencias que entran en juego en el proceso creativo de diseño gráfico. Munari también fue un precursor de todo lo conocido en diseño gráfico, incluido hoy día el arte fractal y digital.

“Cuando alguien dice: ésto lo sé hacer yo también, quiere decir que lo sabe recrear o de lo contrario ya lo habría hecho”. Bruno Munari.

Muchos años después en la librería “Lectura” del centro comercial Chacaíto, compre un libro del Bob Gill, dónde exponía su método creativo, algo así como: más allá de las reglas del diseño bonito. Leyéndolo en detalle me sorprendió que coincidiésemos durante tanto tiempo, en tantas partes y en tantas cosas, sin conocer sus ideas sobre su método creativo: “dar vuelta a la tortilla”. Todo planteamiento inicial de un problema, le corresponde un replanteamiento. El problema está en el propio planteamiento inicial como obstáculo. Hay que hablar de soluciones e ideas en lugar de diseño. El diseño gráfico debe ser un proceso para resolver problemas de comunicación. Replantéate el problema y harás cosas grandes.

«Si hoy tuviese que publicar mi propio método creativo, el libro tendría novecientas noventa y nueve páginas en blanco. Y en el primer folio el siguiente y único epígrafe a mitad de página: “El problema es el planteamiento” los otros 998 folios son el trabajo de investigación. En pocas palabras: no hay reglas, hay método». Manuel Eduardo Ponte .


(III)* Todo diseño gráfico aspira a ser autoritario.

¿De qué y por qué?

No soy quien soy sino lo que quiero ser, es la respuesta de la humanidad conectada al famoso soliloquio ‘Ser o no ser, ésa es la cuestión’ de la obra de William Shakespeare / Hamlet. Nadie es lo que es en sociedad y menos en una humanidad virtualizada, resultaría demencial. Los homínidos son los únicos animales capaces de virtualizarse, de ‘no ser lo que son’ paras ser lo que quieren ser. Hace millones de años que iniciamos ese camino evolutivo, pero yo prefiero denominarlo plan evolutivo, supraconciencia evolutiva.

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«Cuando Aristóteles definía al hombre como «zoo politikón», hacía referencia a sus dimensión social y política. El hombre y el animal por naturaleza son sociales, pero solo el hombre es político, siempre y cuando viva en comunidad. Por tanto, la dimensión social ayuda a constituir la base de la educación y la dimensión política contribuye a la extensión de esa educación»

De muchas pocas cosas está hecha la realidad “Allí donde están las fronteras de mi lengua, están los límites de mi mundo.” Ludwig Wittgenstein. Es un Maravilloso pensamiento de síntesis que bien vale un blog, y el esfuerzo de escribirlo. Ampliar esas fronteras es el propósito y la acción intelectual de este blog.   Probablemente este pensamiento tenga algún valor pedagógico intrínseco, más allá de su diseño. El Tractatus logico-philosophicu, de Ludwig Wittgenstein fue una de esas lecturas de verano tórrido de juventud. Siempre he tenido un interés por la lógica y la filosofía del lenguaje, lo social, la política y la etología humana. No estoy muy seguro que la obra tuviese un valor místico trascendente más allá de su capacidad subversiva de hacernos reflexionar.

En cambio si lo tuvo el ‘Fausto’ de Wolfgang von Goethe, el poema de los poemas, la tragedia de las tragedias, la filosofía existencial anterior al existencialismo de Sartre y al perturbador nihilismo de Albert Camus. A mi modo ver Fausto era a Mefistófeles, lo que Mefistófeles era a Fausto (perpetuo espíritu de la negación y la contradicción) Uno explica la existencia del otro, la controversia de Romeo y Julieta, donde uno explica al otro en la tragedia. El Fausto fue un factor perturbador  de juventud, ningún libro me enseñó más sobre Hegel que el «Fausto» una bella exposición de la filosofía hegeliana de la negación, y de la filosofía del espíritu.

La Política cuando pretende el deber ser de las cosas (su orden) se convierte en ideología dominante, en dogmatismo, en teratología estética. De ahí la importancia de ampliar los límites de nuestro mundo más allá de la estética política de la lengua, aunque resulte una paradoja, a sabiendas que más allá de nuestra lengua no hay nada. Cuando decimos nuestro mundo, hacemos alusión a nuestra lengua. El problema no es de percepción, sino de conocimientos. La percepción es natural, el conocimiento es aprendido. Siendo fieles al pensamiento de Wittgenstein, se desprende esta idea: ‘el mundo es tan grande y ancho, como procuremos que sea nuestra lengua’. ‘Los límites al conocimiento están en la lengua’ 

Para Aristóteles ‘todos los animales incluidos el hombre tienen voz’, pero solo el hombre posea palabra. Cuando un político dice darle voz al pueblo a ‘la gente’, lo hace desde la convicción que le permite su lengua, y lo que le conviene decir. Los sociólogos sabemos que la realidad no es plana, no es tal cual la percibimos todos, y que a veces la limita la lengua, y menos cuando se presenta en clave de estética política. Lo que subyace a la realidad está más allá de la percepción y de la lengua. Cuando la lengua está construida de lo que percibimos como estética, los sociólogos podemos construir escalas de conocimiento, es decir mundos particulares, mundos virtuales.

Desde hace siglos las ‘ciencias política’ han construido una imagen virtual de hombre, de ahí que digamos que el hombre es una imagen temporalizada, dogmatizada, es decir la doctrina fijada, el Imperativo categórico. El animal político de Aristóteles es el ciudadano, un ser completo. El ciudadano de la ‘Polis’ es aquel que tiene poder ejecutivo, legislativo y judicial, por lo tanto goza de autonomía. Aristóteles no se refiere al bien correcto, universal, sino a todo acto que tiene como finalidad un cierto bien, dentro de la polis, la racionalidad política.

Así la ‘irracionalidad’ cobra sentido Weberiano de  ‘libre albedrío’ Es aquello que está fuera de la racionalidad política, fuera del cálculo y predictivo de las ciencias del comportamiento, en este caso de las ‘ciencias políticas’. Por lo tanto un comportamiento racional es un comportamiento sujeto a valores y normas políticas. En este blog pretendo hablar de la ‘estética del poder’ más allá de las fronteras de la lengua, ampliar sus límites estéticos, hacia una realidad ampliada, la sociedad líquida y sus medios líquidos.

Pretendo ser desde este blog un analista «Omnisapiente» no neutral, porque la neutralidad está fuera de la lengua, del mundo conocido. Sería torpe querer serlo o pretender serlo. Tampoco ser un dogmático, porque sería aquella posición epistemológica para la cual no existe todavía el problema del conocimiento. Dicha posición se sustenta en una confianza en la razón humana todavía no debilitada por ninguna duda.

Hay que diferenciar percepción de pensamiento. El pensamiento «presocrático» sigue dominando hoy día en la política, es decir el pensamiento ingenuo. Es la confianza ingenua en la capacidad de la razón humana para resolver los conflictos. Immanuel Kant resuelve el conflicto entre razón y conocimiento científico en ‘La crítica de la razón pura “es decir que el dogmatismo pertenece al campo de la metafísica.

El animal político viene a ser el hombre fáustico, (perpetuo espíritu de la negación y la contradicción) sin ello la política sería dogma sin reflexión, sin diálogo, sin conocimiento, sin Mefistófeles. Lo paradigmático no es la parte animal en el hombre, es lo político. Es lo que amplía las fronteras de la lengua es su superación. Todo paradigma comienza siendo disruptivo con la lengua dominante del poder.

Este blog habla de los urbanistas, pero también de la nueva configuración de la humanidad en TRIBUS. Ayer fue la contra cultura y la brecha generación, hoy «Minority influence» las tribus globales, los integrados. Parafraseando a Umberto Eco / Apocalípticos e integrados. Una fuente para una parte de la política entendida como (SIGNO) semiótica, es decir: aquello de lo que el signo da cuenta, y no el signo en sí. Me Interesa el sentido, pero no el significado, me es indiferente.

Entre Yevtushenko y Teodoro Petkoff (I)*

Qué difícil me resulta plantearme un viaje a un pasado con más de 45 años en distancia y olvido. Separar el brillo de la sombra, lo trascendente de lo nimio, la ilusión de la utopía, lo idiosincrásico de la apariencia. Una mirada a los años 70’s, es algo más que un relato episódico o sofisma del intelecto. Es un sosegado sentimiento de racionalidad triunfal. Una vista a la contracultura, las protestas sociales, la psicodelia y los campus universitarios. Es una crónica narrativa que describe a una década paradigmática del siglo pasado de mi adolescencia. El decenio de los elegidos, los picos de plata y los nerds. 

Los modernos denominan relato a aquellas cosas inanimadas que pueden echar el cuento, –digo- que las cosas al tener historia hablan de sí mismas, tienen alma –primitivismo animista– relatan lo sensible al conocimiento mágico intuitivo. Los antiguos decimos testimonio, narración, crónica, vivencia. Pero cuando se cosifican los hechos la historia se convierte en obituario, entonces, se producen relatos, de ahí la importancia de separar el relato de narración. A diferencia que a los objetos, la mundología humana cuenta historias, narran experiencias, recrean el universo, producen crónicas. Ambos modelos, relato y crónica, manifiestan y modifican –lo digo sin ambigüedades– mi exacerbada dependencia material e inmaterial con el decenio de los 70´s lo que supuso la pátina oxidada de todo lo que digo y dejo de decir. No pretendo ser auténtico, ni autocrítico, tampoco arbitrario, sólo yo.

Y a pesar de todo ello intentaré describir las intimidades que rodearon mi encuentro con Teodoro Petkoff, el político, porque el humano no se aprende en un día, y a veces nunca. Sólo hubo tiempo para empatizar en lo esencial. Pero eso no me impedirá bosquejar una semblanza amable que nos acerqué al contexto simbólico y emocional de ese momento conspirativo del destino, y el cómo y cuándo surgió el diseño del logotipo del puño alzado del partido, movimiento al socialismo MAS.

Estos hechos se sucedieron a caballo entre dos décadas, estando yo afianzado con un pie en cada estribo de los 60´s / 70´s, quizás fueron los periodos de cambio y efervescencia social más icónico en hitos y paradigmas de la historia del siglo XX. Supusieron los años más fértiles de la contracultura y las sempiternas protestas juveniles. Años de movimientos políticos, sociales, económicos; y de la embriaguez de los  límites al crecimiento, la tercera vía política, y el socialismo utópico libertario; una auténtica cornucopia mecánica del cambio y el hartazgo.

El encuentro con Petkoff ocurrió en Caracas, en casa de los padres de mi amigo Plinio Junior, compañero de estudios en el Liceo Andrés Bello y de extensas lecturas comprometidas y debates inútiles irresolutos. Lo último que he sabido de él, de Plinio, es su ascendente y brillante carrera profesional como profesor y catedrático de Ciencias Políticas y Sociología, en la Universidad de Princeton USA. Y además que sigue casado con mi exnovia Rebeca, también profesora en Princeton University.

“Princeton es una de las mejores universidades del mundo con siete nominaciones consecutivas al primer puesto por la revista US News & World Report; de 2001 a 2018 logró el puesto número uno 16 veces por encima de las prestigiosas Harvard, Yale, Stanford y Chicago”

El Padre de Plinio era catedrático y profesor influyente en la mejor universidad autónoma de latinoamérica: Universidad Central de Venezuela UCV de Caracas. Ellos vivían en un moderno y  modesto edificio de apartamentos frente al Liceo Andrés Bello, en la avenida México, entre el Parque Carabobo y la Galería de Arte Nacional de Venezuela (GAN) y la emisora de Radio Continente.

Esa misma mañana de un día más de primavera, el liceo había sido allanado por los “Tombos” la policía metropolitana antidisturbios del gobierno democrático de Rafael Caldera; después de una intensa protesta de dos días de encierro en el instituto y acoso, los cascos blancos de la policía habían decidido tomar las instalaciones del liceo. En medio de esa batalla campal, entre deflagraciones, gases lacrimógenos, rolazos, y detenciones a diestra y siniestra, pudimos con suerte escabullirnos. El único lugar que se ofrecía franco y seguro para esperar que amainara la refriega y la persecuciones, fue refugiarnos en casa de Plinio, yo y tres compañeros más de estudios.

La Madre de Plinio nos retuvo en el apartamento durante más de dos horas, eran las doce del mediodía, y nos invitó a almorzar. Comimos espaguetis con carne molida, salsa kétchup y PepsiCola. Llegada la hora de abandonar el improvisado refugio (concha), la madre de Plinio, la señora Matilde, no me dejó partir con los demás compañeros, tampoco a Plinio, para evitar que nos metieramos en serios problemas.  Yo era el más joven de todos ellos. La realidad es que siempre me trataron con deferencia familiar y especial protección, incluso me lleve mi habitual dosis de reprimenda y sermón. Así que tuve que quedarme hasta que llegara el profesor Hessen, padre de mi amigo y anfitrión, para luego acercarme a casa, sano y salvo, dónde me esperaba otra regañina más. Los padres de Plinio siempre responsables reprobaron mi precoz e impropio activismo político, por estúpido.

El profesor Hessen llegó a las seis de la tarde acompañado de tres líderes políticos populares «in crescendo» de los medios y rotativos del momento: Teodoro Petkoff, Argelia Laya, Pompeyo Márquez. Wow! Era la primera vez que los veía en carne y hueso a las leyendas vivas de la fuga del Cuartel San Carlos, (prisión militar y política) Eran los futuros líderes de la nueva izquierda democrática, de índole socio-cultural y la propuesta contrastada de un intelectual nuevo que supera las contradicciones clásicas de la izquierda marxista y totalitaria. Además era un referente político del incipiente movimiento «Poder Joven», con el cual yo simpatizaba. Éramos una especie de «flower power sin fronteras». Los cuatro venían de ser entrevistados en la emisora de Radio cercana a la residencia de los Hessen, en la avenida México. 

Teodoro, Pompeyo, y la filósofa Argelia Laya a quien ya conocía de vista de una charla en el aula magna de la UCV. Ellos se sentaron alrededor de la mesa del comedor, se les veía más humanos, más accesibles, como en una tribu. Revisaban y comentaban la sintaxis de los último retoques del documento final de configuración de un nuevo partido político de izquierda no marxista, junto al profesor catedrático de derecho Plinio Hessen –hablaron sin reservas ni misterios –al parecer el documento había sido redactado con anterioridad y consensuado con otros fundadores y actores de la futura organización. La Madre de Plinio también participó activamente en los debates junto a Petkoff, fungiendo de cicerone.  La señora Matilde era buena oradora, poseía un discurso muy agudo, analítico y sagaz, solo equiparable al de Petkoff.

El momento inesperado llegó –lo tengo grabado en el recuerdo– fue cuando Teodoro Petkoff sujetando el documento con la mano izquierda, lanza en ristre, dijo con voz entreverada emotiva y convincente –sólo falta el logotipo para registrar esta vaina– Los padres de Plinio me miraron con complicidad y sonrientes a la vez que me señalaban como la solución al dilema del futuro símbolo. Me sentí ufano, el elegido.

La familia Hessen sabía por experiencia demostrada de mis conocimientos de diseño gráfico e ilustración. Era el creador del logotipo de su pequeña empresa editorial. Y de alguna que otra portada e ilustración; todas ellas óperas primas de un carajito liceísta. Me van a permitir contarles una historia entroncada con la de Petkoff. Luego entenderán su valor y el significado que tuvo en el desarrollo de mi juventud y vida profesional. Y cómo uno de esos trabajos de diseño ordenan y matizan esta historia. La que terminó convenciendo, no sin elogios, del propio Teodoro Petkoff sobre mi idoneidad como creativo y diseñador. Fue la portada y las ilustraciones en plumilla para la  «Autobiografía de Yevgueni Yevtushenko», el poeta soviético vivo más importante de occidente del siglo XX. Dicha autobiográfica es a día de hoy una obra proscrita en Rusia, y quizás sea también, la piedra angular para entender al hombre, al político, su pensamiento y obra.

Años después tuve el privilegio y honor de conocer al poeta ruso Yevgueni Yevtushenko, en la Asociación de Escritores de Venezuela, situada en la Av. Lecuna. Aproveche la ocasión para pedirle que me autografiara el libro que traía de casa, se trataba de su autobiografía. Me sorprendió que el poeta desconociera la existencia de la obra que le mostré. Una edición bilingüe, diseñada e ilustrada  por mí, de su “Autobiografía precoz” basada en la publicada por primera vez en 1963 en París en una revista semanal por Yevtushenko. En 1966 volvería a ser editada en México, en formato libro; pero nada que ver con la versión bilingüe e Ilustrada como la que yo llevaba para ser autografiada por el poeta. 

En ese accidentado episodio pude percibir al poeta nativo que imaginaba mientras ilustraba su autobiografía, incluido el aire que respiraba, era extrañamente el mismo. Vi a Yevtushenko emocionarse cuando fisgaba entre folios e ilustraciones inéditas, a las que yo iba explicando en detalle dándoles vida… La edición clandestina de la autobiografía fue para él una sorpresa, y entre miradas y emociones cruzadas tuvo el propósito de comprarme el libro sin mucho éxito. En un último intento apeló a la intermediación del embajador de Rusia, que nos observaba firme como un gendarme solitario en su garita. Hizo las veces de improvisado delegado de negocios. El ilustre embajador, no era muy diplomático, tampoco destacaba por su lóbulo frontal, hablaba en plata contante y sonante, ofreciendo dinero, regalos, vacaciones en Rusia, y las obras completas de Karl Marx y Engels, en piel. También el embajador iba acompañado de un “jalabolas de turno” el conocido y acaudalado dueño de la joyería Volga, que me dio su tarjeta personal para que pasara al día siguiente por su lujosa Joyería. Intentaron convencerme, lo confieso,  por tierra, mar y aire, que les vendiera el libro a cualquier precio.

Por momentos, y a ráfagas, me sentí atrapado en la decadente escalinata del puerto de Odesa como en el film “El acorazado Potemkin” en medio de una balacera. Si Jesús de Nazaret, soportó cuarenta días, siendo tentado por el diablo, unos minutos no iban a vencer a un budista, neoliberal, consumista, hippie, anarquista, diseñador, publicista, anacoreta, y cliente del McDonald’s, el Tropiburger, el Drugstore de Chacaíto, y la librería Tecni-Ciencia, de la Torre Phelps.

Después de varios intentos persuasivos y tendenciosos de fuego cruzado, no me prostituí, no me vendí. Y dado el interés  caprichoso, pero humano, del poeta por el polémico libro autobiográfico de sus confesiones sobre la II guerra Mundial, que le valieron la prohibición de salida de Rusia, y una de las peores condenas para un intelectual, el ostracismo absoluto, la anulación de la persona, una muerte en vida. Le dije que me sentiría orgulloso y bien recompensado si lo aceptaba como obsequio… En realidad, al final, me quede sin “chivo y sin mecate”.

En los años venideros tuvimos una insignificante e irrelevante correspondencia de mutuos saludos, además de algún que otro díptico publicitario de su vigorosa agenda de hombre renacentista del siglo XX, un hombre orquesta. La última misiva fue para invitarme a su academia de cine en Rusia. Algo que me fue imposible atender.

Pero volviendo a lo que nos ha traído hasta aquí: Cómo conocí a Teodoro Petkoff, la persona, y la crónica de la gestación del diseño del puño en alto del nuevo partido MAS. Ese día de primavera no hubo tiempo para las dudas, las estrellas se habían alineado en mi favor –me sentía envanecido, ufano. Fue el mismo Teodoro Petkoff quien me interrogó sobre la idoneidad y responsabilidad de asumir el peso histórico de crear los símbolos gráficos de una nueva organización política, con pensamiento y discurso contemporáneo propio. Ese día todo resultó complicidad, urdimbre e historia.

De recordar, puedo subrayar unas frases de Petkoff que me acompañarán toda mi vida: “Si la idea del diseño –me dijo– no se inicia de forma subversiva que amotine tu mente, e insoportablemente recurrente, será algo frío, intrascendente, un fiambre de diseño, correcto tal vez, bonito también, pero sin alma. Queremos algo que tenga alma; no corazón, porque el corazón no soporta el tiempo, te lo voy a decir –claro y raspa’o– Si eres capaz de cambiar la visión que tenemos nosotros del logo para el Movimiento al Socialismo MAS, la misión es tuya, pero sólo hasta el próximo lunes, porque tenemos a alguien trabajando en ello»

La percepción que tenía Petkoff sobre mí cambió bruscamente, pienso que fue más por consideración al Profesor Plinio Hessen, que por la portada e ilustraciones del libro de Yevgueni Yevtushenko. Ahora sé que nunca lo sabré.

Me tocó precisar, antes que reafirmarme en el desafío de Petkoff y compañía. Me la estaba jugando: “Si ustedes tienen, como dicen tener, muchas ideas sobre el deber ser de un símbolo, quizás las estén confundiendo con lo que no debería ser el símbolo, e incluso ambas opciones a la vez son probables y legítimas. Y de ser esta última, no necesitan un diseñador, sino un dibujante o realizador que materialice vuestra idea del signo. Y posiblemente ya tendrán a alguien.

Con todo el respeto deduzco que ustedes no tienen ninguna idea final del diseño, porque todas las ideas no pueden ser válidas a la vez. Concurrentes sí, coincidentes no, y menos en un diseño; la dinámica política de los comportamientos sociales, no es extensible a todo y al todo, a veces lo obvio y evidente no tienen la misma presentación social para todos. La legitimidad de un logo es el recuerdo y consenso sobre una idea, no sobre todas las ideas. La concreción, no la dispersión, es el sujeto del diseño. EL signo antecede al logo, es una cuestión de semiótica elemental. Los signos ‘son parte’ de los procesos de comunicación no verbal de la historia de la humanidad.

No existen empresas creadas a partir de un logotipo. –Todos permanecieron en silencio– un signo vacío no es un logotipo, pretende serlo, pero no lo es. Los logos cuentan cosas que las persona ya conocen y asocian. Es un contenedor de experiencias y recuerdos, en definitiva, tienen una carga narrativa emocional compartida.

En realidad, no tengo que ponerme en modo diseño como ustedes bien sugieren, porque siempre lo he estado. Los logos cuentan o narran lo que los signos han ayudado a crear, se llama prestigio, de ahí la personalidad del logo como recuerdo, o el signo como contenedor” también hay signos que subvierten el orden de las ideas, y las orientan. Pero nunca un signo vacío cuenta historias.

Cuando os escuché hablar de la creación de un nuevo Partido Político, les dije, mi mente no os pidió permiso para elucubrar ideas y emociones, y precisar conceptos, es lo que usted definió magistralmente como insurgencia, le espeté a Teodoro –al que todos miran asintiendo un sí con la cabeza– También para buscar referentes empíricos, no pidió permiso, no solo en las ideas políticas, sino también en los signos comunicacionales históricos y la contemporaneidad del mensaje. Mi mente nunca pide permiso para insurgir y luego pensar, yo lo llamo ímpetu que precede al diseño.

Esa tarde: Todos deliberaron sobre diseño representación y función –la que más, Angélica Laya, la filósofa– lo sorprendente fue que no hubo controversia en el tiroteo de impresiones y argumentos, más bien coincidencias muy bien razonadas, no estaba frente a personas tercas e irreflexivas, botarates, sino de cara a la historia y sus gigantes.

Lo último que recuerdo de Petkoff, además de su insondable mirada azul, fue nuestro apretón de manos, que parecían conocerse de siempre y para siempre, y el “adelante, la misión es tuya compañero”. Pompeyo Márquez se acercó a mí, adelantando su mano a la mía, y me dijo: Espero que tus diseños sean tan buenos como tu retórica comercial…

No hay nada más que añadir que ustedes ya no sepan, o que no acierten sobre mi estimación y respeto por Teodoro Petkoff y los líderes fundadores del MAS: Fue un privilegio conocerlos –como quien ve por primera vez el mar, o lo escucha dentro de un caracol, con independencia del método –El problema surge cuando te habitúas a verlos y escucharlos, dejan de tener magia, sobretodo, cuando descubres que el sonido de los caracoles no es el sonido del mar. Tampoco olvido el peculiar contrato de palabra: «la misión es tuya», sellada con un apretón de manos de todos ellos y el abrazo solidario de la ‘La comandante Jacinta’, la brillante y excepcional Angélica Laya, y el de la familia de mi amigo Plinio.

(*)  Primera parte.  10/12/2018 



El factor cubano

Nuestros problemas nacionales como Estado y sociedad libre democrática que fuimos, hasta no hace poco, dos lunas llenas, comenzaron desde el momento que dejamos que Hugo Chávez traicionara la soberanía nacional en favor de la invasión político-militar extranjera (hoja de ruta del Foro de São Paulo). Negar esta realidad nos ha desarmado ante el auténtico enemigo invisible, nos ha debilitado ante el invasor cubano. Hemos sido invadidos, asaltados, saqueados, humillados por una fuerza colonial político-militar adiestrada, en la invasión sigilosa sin balas, doctrina de São Paulo. Lo voy a llamar de aquí en adelante «el factor cubano»  para evitar entrar en conjeturas y adjetivaciones que nos alejen del fondo de la cuestión.

La invisibilidad del factor cubano en los problemas de  ingobernabilidad, ruina y colapso del país, no son por méritos propios del invasor y su aquilatada experiencia colonial, sino, por dejadez y permisividad del oprimido y sus cuitas hemorrágicas contradictorias. La ausencia de una oposición beligerante de fuerza con liderazgo político de amplia base popular, y una clase media dividida y autista, embriagada de éxito social y económico. Ambos con sus antagonismos de clase e interés, obscenamente mezquinos, e irreconciliables a día de hoy, son parte teatral del diseño del invasor.

La cohabitación y coexistencia actual de los viejos partidos políticos del 58 con el régimen totalitario chavista es una (ilusión de armonía) ello ha sido gracias al factor cubano, que han permitido  la existencia de partidos tradicionales viviendo con la dictadura, pero sin poder real y sin líderes, dejándolos expuestos a las exigencias y demandas sociales sin capacidad de respuesta, hasta su autodestrucción.

La clase política teatral en su huida hacia adelante se aferra a la inverosímil vía pacífica, la salida política democrática y pactada con el mayor holding criminal internacional de la historia de Latinoamérica, la izquierda fracasada de siempre, reconvertida en organizaciones corruptas, depredadoras y genocidas. El desconocimiento del factor cubano, como mediador en todos los procesos sociales y políticos, e incluso de seguridad nacional, imposibilitan una hipotética salida pactada de la dictadura.

Ser político no es una esencia humana, sino, una condición ciudadana. Cuando los partidos políticos son sombras de su pasado como sucede en Venezuela, y la actividad administrativa del estado languidece y colapsa, también la figura del ciudadano (sujeto de derechos) desaparece junto con la del político. Lo único que no desaparece en la ecuación clásica de las dictaduras, es la constante histórica de: una minoría dominante y una mayoría dirigida y oprimida, sin libertad, y hasta la miseria siempre.

La figura que mejor representa a la clase política de Venezuela en la V República es el teatro de sombras chinescas. El político en apariencia no ha desaparecido del todo del escenario nacional y mediático, es una sombra que no tiene poder real, sino aparente. Esta falsa ilusión de armonía democrática (electoralista) ha permitido el mayor desmantelamiento de la historia de un Estado de forma gradual y silenciosa con la anuencia colaboracionista de los partidos políticos tradicionales. La exposición a la luz que proyecta el régimen sobre los políticos los ha convertido en actores teatrales (tontos útiles) meras sombras chinescas, sin credibilidad, e incluso, odiados por el pueblo, cansados de su retorica mesiánica pacifica.

Alejandro Magno, discípulo de Aristóteles: fue el primer invasor de la historia con método y diseño de conquista. En los imperios que invadió utilizó «Política de fusión» respetando las instituciones culturales, políticas y religiosas, con la falsa  apariencia de normalidad institucional para evitar el malestar social, y la resistencia. Así ha sido ejecutado en Venezuela  el plan de Foro de São Paulo, por los invasores cubanos, la invasión sin balas. Un ejemplo son los partidos políticos en Venezuela y la Asamblea Nacional, simples sombras chinescas animadas por la luz del régimen.

El otrora político está obligado a ponerle rostro y nombre al hundimiento y colapso del país, señalar culpables e identificarlos, e incluso ‘juzgarlos sumariamente’. La principal tarea subversiva del político será revertir el sentimiento instalado de fatalidad social ruinosa: infortunio, calamidad, desgracia, desastre y desventura, o catástrofe natural divina. Son sentimientos que vapulean al ciudadano desde hace tiempo, desprovisto de nacionalidad y derechos constitucionales. Estos sentimientos son parte del ‘factor cubano’ de dominación, que tiende a Llevar a cero a las personas despojándolas de Churuata, de  guayuco y casabe, e incluso, de sobrescribir sus expectativas de vida a partir del miedo y la desesperación.

La fase de disgregación e integración actual se expresa en el Carnet cubano de la Patria, o censo de integración colonial. Es un proceso de inmersión ideológica selectiva de subordinación simbólica a la metrópoli ultramarina de la isla. Su grandeza radica en el carácter voluntario (chantaje) de pertenecía al nuevo estado satélite de cuba.

Francisco de Goya fue el primer cronista gráfico de la historia, pero también fue un pionero de la gráfica como ciencia subversiva hasta el día de hoy. La intención de Goya era según él. «Perpetuar por medio del dibujo, las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano francés». Si el enemigo ‘invisible’ no tiene nombre ni rostro, ni apellidos, difícilmente podemos luchar contra él. “El enemigo tenía acento francés”

Goya señaló al enemigo, lo hizo insoportablemente visible e inhumano. Le puso nombre y rostro al invasor y al colaboracionista. Expresando las fatales consecuencias morales de una invasión. En algunos de los epígrafes de sus grabados denunciaba la crueldad del enemigo, haciendo así que el lector atienda no solo al heroísmo del pueblo y su voluntad de sacrificarse, contra el invasor francés, sino a la irracionalidad, la injusticia y la barbaridad que surgen inevitablemente durante la guerra de liberación nacional.

Todos sabemos que están haciendo las fuerzas de ocupación político-militar cubanas en Venezuela, es un secreto a voces, pero no somos capaces de materializar al invasor en repudio colectivo activo y militante; hacerlo insoportable, insufrible, convertir la indignación en movilización y motivación contra el invasor.

El éxito de la ocupación cubana es el equivalente al asesino global invisible que acabó con millones de vidas en Europa, los virus. No se pude luchar contra lo que no se ve, ni se nombra. A veces las viejas cosas funcionan mejor sin grandes cambios. Mantener un títere visible en el poder, y si es posible criollo,  que canalice la indignación hacia un enemigo lógico, especie de, Cabeza de Turco. Es la invasión perfecta.

El ensayista e investigador Juan Liscano, me comento que: A los esclavos se les permitía en las fiestas religiosas disfrazarse (vestirse) como los amos, e incluso que hicieran monigotes y piñatas de ellos con toda fidelidad, para ser golpeados y quemados. Una o dos veces al año se les permitía ser iracundos. Eran una especie de válvula de escape, especie de olla de presión.  Este comportamiento es común a todas las culturas en la historia, incluso en la clásica Roma.

El político debe reconvertirse en resistencia anónima subversiva, no por necesidad, sino por lógica y salud pedagógica: La invisibilidad debe ser la norma de la fuerza subversiva. Ser un pendejo y mártir en los calabozos de la contrainteligencia cubana, es un sacrificio inocuo. Sí, es cierto, es muy emotivo, pero no deja de ser estéril. Que el desgaste cambie de bando es hacer público y visible el rostro del enemigo cubano en cada acción. Organizarse por debajo es subversión, lo contrario es sumisión,  suicidio ilustrado del pendejo.

El problema letal para una sociedad es estar inmerso en una guerra y no reconocerla como tal, ni reconocerse en ella. Hay muchos muertos, hambre, desmovilizados, presos políticos, destrucción, ruina y colapso del país, y peleas teatrales cainitas,  pero no producto de la guerra sino del infortunio y la crisis económica y política (crisis de liderazgo) de ahí la importancia del mantenimiento por parte del invasor de la fachada institucional de los partidos políticos.

La ecuación Alejandrina del invasor perfecto (menos es más) ha sido perfeccionada exquisitamente por el invasor cubano. Si no ves al enemigo no hay guerra. Es una cuestión de cirugía, contra menos invasiva sea la intervención, mejor.

Sin un enemigo perceptible e incluso palpable,insoportable, la guerra de invasión u ocupación es una abstracción intelectual, y por defecto, el invasor también.  No hay  tanques de guerra, ni tropas, ni uniformes, ni acento cubano, ni banderas de la ocupación. El invasor invisible no es el problema, el problema es otro, es el hambre, la miseria, la guerra económica, el sabotajes, y la derecha fascista.  Es el círculo virtuoso Alejandrino: la negación del invasor, per se…

Un Réquiem por las almas de las instituciones y los partidos muertos en 20 años de invasión cubana silenciosa y sin resistencia.

“El vacío del vértice»

Obra de la Artista: Michelle Maguire

 

El vértice del miedo.

La imaginación sociológica para mí es: “la praxis de descubrir cosas donde otros ya no ven nada o han dejado de buscar” Lo denomino, fenomenología de la cosificación del mundo y de las ideas concomitantes pero sin conciencia. En ese mismo orden se suceden, cosas con ciencia, o sin ciencia, y solapadas. La subordinación al mecanismo de «cosificación» en las ciencias sociales, no es otra cosa que el mecanismo de enmascarar lo sensible al conocimiento crítico. Dejamos de ver en lo cosificado el elemento cosificador, es decir, el ser social de las cosas.

La teoría psicológica de Abraham Maslow conocida como ‘Pirámide de Maslow’ es una de esas “cosas” cosificadas por el intelecto científico. La teoría de la escalabilidad de la Pirámide de Maslow no ha tenido utilidad fáctica alguna para la ciencia, pero sí fondo de armario en muchas otras teorías sin conocimiento del hombre primitivo y sus necesidades biológicas y sociales. En realidad el hombre primitivo, el de las necesidades primarias, nunca dejo de existir. El hombre como homínido superior, es un ‘ser programático, antes que cualquier otra “cosa” descrita por ‘el ascenso del hombre / de Jacob Bronowski’ No es un animal que evoluciona escalonadamente quemando etapas irreversibles como la genética, especie de máquina del tiempo, sino que, dichas etapas las acumula como parte marginal de conocimiento cosificado.

El animal inacabado (el hombre) es capaz de representar desde la primera a la última de las etapas de la evolución socio-cultural, no existe el ascenso lineal; el ascenso como progreso sí, pero lineal no. A mi modo de ver: El principio teórico de la ‘Pirámide de Maslow’ se debería plantear, también, en escala descendente. No es una pirámide de la evolución, eso es cierto, sino del progreso del hombre en términos psicosociales, por lo tanto, puede darse en ambos sentidos, una vez alcanzado el vértice, en las sociedades más avanzadas y desarrolladas, de forma inversa al movimiento de la historia conocida cosificada. De ahí, las conjeturas del sociólogo norteamericano Alvin Toffler. ‘Aprender y desaprender’ es la nueva máquina adaptativa de la humanidad. Realmente siempre ha sido así la ecuación; pero debo decir a favor de Alvin Toffler, que ahora lo es en forma de conciencia colectiva en el vértice de la pirámide, el espacio de la descosificación. Es el nuevo sustrato de las masas; algo que nunca tuvieron antes en la historia. “Masas capaces de aprender y desaprender según sus necesidades aprendidas en sociedad”. En realidad no todo es aprendido, sino, aceptación y resignación. Es el mecanismo del éxito de lo social.

¿Es posible la reversibilidad de la Pirámide de Maslow?, es decir, que ella revierta el sentido de las necesidades, con independencia de los niveles de satisfacción humana de las sociedades avanzadas, ´si asumimos que lo satisfecho, ya no cuenta, no suma. Estaríamos ante hechos inéditos. Los pueblos descienden hacia necesidades pseudobiológicas, o más bien, suprabiológica; sucede cuando lo racional deja de operar en la conciencia, la posverdad. “Sólo las necesidades no satisfechas influyen en el comportamiento de todas las personas, pues las necesidades satisfechas no generan comportamiento alguno, o movimiento” ¿Y qué pasa en las sociedades hipersatisfechas?. ¿Acaso se detiene el ritmo de ascenso social? Si atendemos al principio de: “Las necesidades fisiológicas nacen con la persona (el animal), el resto de las necesidades surgen con el transcurso de la vida en sociedad. El fenómeno ‘concomitante’ entre lo básico y lo racional, nos permite desandar la pirámide, es decir, desaprender.

El nacionalismo y/o el populismo son la expresión de este fenómeno antropológico, social y político de la ‘concomitancia’; es la reversibilidad de la Pirámide psicológica de Maslow. Satisfechas todas las necesidades e incluso las falsas y las intelectuales en las sociedades avanzadas, éstas no generan comportamiento alguno. Todas las viejas conquistas satisfechas, según el enunciado de la cúspide de la Pirámide de Maslow, no generan comportamiento alguno, son anuladas. Ya nada les representa como valor. Los lazos morales, la convivencia, la moralidad, la creatividad, la espontaneidad, la falta de prejuicios, la aceptabilidad, e incluso las leyes, y el contrato social roussoniano. Sí no se puede seguir avanzando en la cúspide, en el vértice, se deja de pertenecer a ello, lo cosificado deja de serlo, y sólo queda ‘aprender y desaprender’, volver a la necesidades tribales de lo básico, lo primario de las culturas ancestrales, la tribu como necesidad, donde eramos felices y no lo sabíamos.

El problema político de los demócratas con el nacionalismo, son sus propias contradicciones, la sociedad abierta como moral última se cosifica, se vacía de contenido. Al contrario sucede en el ceno del nacionalismo radical escéptico, limpio sin macula, que adolece de tolerancia, abertura y convivencia. Las necesidades básicas no necesitan de un componente moral. Lo arcádico no responde a ninguna teoría, que no sean las leyes naturales del reino animal, y el edén, la patria bonita, el orgasmo definitivo. En otro orden de ideas, el nacionalismo es la expresión política de la religión horizontal sin Dios.

¿Qué sucede en el techo de la Pirámide, el vértice del miedo, cuando las los valores de cohesión, convivencia, sacrifico, solidaridad, representación, respeto, libertades, universalidad, leyes y moral. Una vez satisfechas las viejas necesidades estas ya no generan comportamiento solidario alguno; han caducado como los Yogures? Los nacionalismos son la expresión de las sociedades ociosas, sociedades del bienestar, el progreso, que aprenden y desaprenden en su camino de vuelta a la base de la Pirámide de Maslow, el mundo de las necesidades básicas y primarias como la tribu, creadora del concepto de hogar. La vuelta feliz a casa, dejar la aldea mundial para volver a la aldea real.

El overbooking en la cúspide de la Pirámide de Maslow es un problema real actual. La globalización ha puesto en ‘riesgo’ (ciénaga) la convivencia en la autorrealización del estado de bienestar. Si el mecanismo psicológico que describe Maslow es real, como la lotería de navidad; la desactivación por efecto de la dinámica de la satisfacción de necesidades de autorrealización en el vértice de la Pirámide, crea malestar (globalifobia) la vuelta a la base de la Pirámide, es una “nueva” necesidad del orden de las primitivas, la tribu, o la vieja nación. Mi tesis sobre el vértice de la pirámide se basa en la pregunta ¿Qué pasa después de la autorrealización en el vértice? ¿Se avanza, pero hacia dónde? ¿Después de la autorrealización qué? En realidad el vértice vacío, es el vértice del miedo, la globalifobia, “la rebelión estéril” Según Maslow nadie regresa del vértice, a menos que las condiciones materiales cambien a peor.

Retorno sobre sí (la posverdad)

Política de la posverdad

Una sociedad embarrancada, que no reconoce las causas objetivas de su fatal deriva hacia el colapso, es una sociedad perturbada por la dinámica de la ‘posverdad’. Esta configuración mental, no ideológica, es el sustrato que yace en el populismo de nueva generación. Cuando los hechos objetivos —y digo objetivos— y la razón, tienen menos influencia, menos peso que las apelaciones a las emociones y las vísceras. Tal afección de la razón y la percepción, se denomina: política de la posverdad (o política posfactual) lo fáctico como realidad es superado por las emociones, el estadio superior de realidad factual.

El arco narrativo histórico que explica dicho modelo tiene cuatro décadas operando sin oposición, ni objeción.  Yo lo llamo: ‘efecto posvietnam’ aunque tiene poco que ver con esa guerra, pero si con la conciencia ‘colectiva’ que vino después, la guerra de las emociones, hasta llegar a las verdades poéticas de Stéphane Hessel, y su arenga a las emociones: ¡Indignaos! o perecer.

El legado de Theodore Roszak, a mi entender fue el descubrimiento de la fenomenología de la «política de la posverdad» no la llamo así, pero describió prolíficamente como nadie en la sociología, los síntomas y afecciones de una generación, pero a través de otro de los grandes conceptos de la sociología contemporánea: «la contracultura» En mi formación intelectual hay dos libros esenciales: «’El nacimiento de una contracultura’ / ‘El hombre inacabado’» Pocos ensayos despiertan los sentidos del aprendizaje y la imaginación que estos dos gigantes de la ciencias sociales.

“Cuando la ciencia y la razón de estado se convierten en siervas de una magia negra política, no inteligible. ¿Qué fuerza moral tenemos para reprochar a los jóvenes el haberse zambullido completamente en un oculto «estado de excitación jungiano» en busca de vibraciones buenas. Capaces de eliminar lo malo?”

Cuando la crítica abandona su espacio vertical tradicional, sus dueños: las elites del poder (política, ciencia, economía, cultura, y medios de comunicación social) y pasan a la calle, es decir se hicieron horizontales (conversación y mercado) éstas se convierten en el «Quinto Poder» o más bien desplazó a los tradicionales medios de comunicación social «Social media» Lo constatamos todos los días en USA, con el presidente Donald Trump, que vapulea a los medios tradicionales de comunicación, sin consecuencias; medios despojados de su poder vertical. El vetusto, «Cuarto Poder», pero de lo que no estoy seguro, es que, la sociedad de la posverdad, pueda compartir espacio social con el «Cuarto Poder». En ciencias políticas se dice que: Una cosa es tener poder aparente, y otra el poder real que se materializa.

Con la aparición del Antropólogo Alexei Yurchak, hay más luz al otro lado de farola de la opinión pública de la sociedad posfactual. La «Hipernormalización» es el concepto con el cual este autor describe las paradojas de la sociedad soviética durante las dos últimas décadas de ese régimen. Es el nombre asignado al rechazo a reconocer la implosión del sistema durante su caída. “Everything was Forever, until it was no more: the last soviet generation (2015)” Hipernormalización es el concepto «sintáctico» con el cual este autor combina hechos, y establece relaciones invisibles al intelecto, de forma magistral, y los convierte en herramientas de análisis social: ‘Todo fue para siempre, hasta que no fue más’.

Siempre, o casi siempre, me he mantenido al margen de la sociología de las etiquetas del «antes y del después» como si ellas por sí solas explicaran los fenómenos del cambio social. Tales prácticas suponen un principio de lógica perturbadora, atrayente (Yonki) de las etiquetas). En el concepto de «modernidad y posmodernidad», Alain Touraine, muestra su preocupación por las formas ‘absurdas’ que toman a veces las teorías sociológicas a partir de etiquetas.

Dice Touraine: “La idea de modernidad no parece, en ningún lugar, añadir gran cosa al análisis de lo que yo he llamado «social» de la vida social. ¿A caso, no se llama moderno a algo que es creado y constantemente transformado? La oposición clásica desde hace mucho tiempo, entre «comunidad y sociedad», ¿no hace de ésta un concepto de modernidad? ¿No pensamos que la modernidad aparte los tronos y los altares para dejar a la sociedad administrarse a sí misma… (Un nuevo paradigma / Cap. 5 / EL RETORNO SOBRE SÍ. / pág. 95.)”

Acaso la posmodernidad, “¿es hablar del «fin de lo social» la sociedad ha muerto?” Estamos afirmando, con el uso de la etiqueta, la desaparición de todo principio histórico central de la definición del conjunto social. Digamos que tal aberración no soporta el escrutinio de la lógica clásica o «principio de de no contradicción», según el cual una proposición y su negación no pueden ser ambas verdaderas al mismo tiempo y en el mismo sentido. En realidad no hay nada en el medio entre «modernidad y posmodernidad» nada que se pueda considerar un paradigma, una ruptura epistemológica con la historia de la modernidad e incluso de la realidad.

La transición hacia la posmodernidad, sería algo así como: ‘La muerte de la sociedad agotaba en si misma’. En realidad me parece una ‘categoría absurda llevada al límite de la lógica basada en el ‘principio de identidad’, todo ser es idéntico a sí mismo. La sociedad moderna deja de serlo, si los individuos dejan de ser ciudadanos. La horizontalidad no mata al ciudadano, por consiguiente sigue habiendo sociedad. «Si algo deja de ser moderno, es porque ha dejado de cambiar» Y ese no es el caso de la sociedad actual. De algo estoy seguro es de que la sociedad, no va a volver sobre sus mismos pasos al pasado de los orígenes de la modernidad, la comunidad, donde no se reconoce la ciudadanía. En realidad la sociedad de los derechos de los ciudadanos, no fue una evolución, sino una invención. El paradigma de la sociedad moderna.

La modernidad ha dejado paso, eso sí, a la secularización del individuo civil, y éste a una sociedad sin apegos, «la sociedad líquida» la génesis de la «política de la posverdad». Este post pretende situar el origen histórico de la posverdad, que no es otro que la secularización del «poder vertical» iniciado en la modernidad. A veces creemos que el proceso de socialización, es de maduración y consolidación de la sociedad, hacia formas más apegadas a la razón, a la historia y sus vínculos; o que una sociedad es incapaz de aprender y desaprender, y volver sobre sus pasos a la protohistoria, especie de «Bosón de Higgs» la partícula de Dios, el principio.

La globalización es una maquina centrifugadora del modelo estático de «modernidad» lo que debilita sus vínculos históricos con el concepto de «ciudadano nación» a medida que se expande como los gases, sus valores son mas débiles, e incapaces de mantener la cohesión social de los estados, generando malestar «estado de excitación jungiano». La modernidad creo el concepto sólido de ciudadanía y nación, y ahora lo diluye en la expansión del mercado. La modernidad sigue su curso inexorablemente, como «Saturno devorando a sus hijos».

La globalifobia, es el modelo de respuesta a la expansión del mercado, «implosión» el agujero negro del malestar, ideología de la indignación. Una fuerza de tales magnitudes «jungiano» sólo es posible en una sociedad tutelada por la «política de la posverdad» donde la realidad fáctica es superada por las emociones, el estadio superior de realidad factual. Si hay, hoy día, un slogan que la desborde es « ¡Queremos más mundos en el mundo! ». En realidad la frase es fantástica y elocuente, invita a la reflexión, pero no responde a hechos objetivos, sino, a emocionales colectivizadas y tribales. ¡Si lo sueñas, puedes!.

No digo que no sean legítimas las reivindicaciones «teleológicas» de su discurso, por la diversidad cultural y la integración social. Solo señalo un aspecto relevante del malestar cultural por la pérdida de las raíces, «Root man» en un entorno disruptivo de la «sociedad del mercado» frente al tradicionalismo reivindicativo y continuista, per se.

La Rebelión estéril

Filoarcádico

Es un neologismo que fue creado como constructo para dar entidad a las nuevas nociones teóricas de la sociedad líquida de Bauman. El vocablo aparece por primera vez en el ensayo ‘La Rebelión estéril’ de Manuel Eduardo Ponte. El neologismo «Filoarcádico» está compuesto por dos vocablos con raíces griegas: φίλος (philos) que significa amor o amistad. Y ρκαδία, (Arkadia) un lugar edénico, utópico, idílico. El vocablo «Filoarcádico» es una categoría sociopolítica para definir una series de variables y comportamientos sociopolíticos, y psico-anímicos, producto de una nueva generación de fenómenos que eran manifiestos pero innombrables; de ahí surgen las necesidades de nuevas denominaciones, más específicas, que abarquen sólo lo que se quiere renombrar. Muchos de estos nuevos vocablos son la continuación del camino iniciado por el sociólogo Zygmunt Bauman en el ensayo “la sociedad líquida”. La Globalización ha abierto en canal las ciencias sociales, e incluso contra a su propio reflejo, la globalifobia —es decir— la parte marginal manifiesta, entendida pero no comprendida en la nueva sociedad. Es un intento de acercar fenómenos complejos del ámbito conjetural del devenir histórico fusionado —porque toda conducta política tiene por necesidad un pasado implícito— la tesis está fundada en la idea de que ninguna tribu como organización política parte de cero incluidas las tribus urbanas; parece ser una obviedad pero las obviedades son los puntos ciegos de las ciencias sociales y políticas. En las obviedades se pierde la sustancia y la especificidad de los fenómenos.

La sociología comprensible para no sociólogos, no existe, pero sería válido un intento de acercamiento a las nuevas teorías y tesis del cambio, en principio entendibles, objetivables pero no siempre comprensibles. Si bien éste no es el fin último de ‘La Rebelión estéril’ sino, el intento de acercamiento teórico a una nueva generación de fenómenos inéditos, sólo comparables a los cambios generados por la revolución industrial en la sociedad, ‘el hombre opaco’. La construcción de una nueva realidad política en términos de negación de la obviedad o sustancialidad, es producto de la realidad líquida: a mayor dilatación de las sociedades abiertas, mayor es la negación de lo real. Lo que Manuel Ponte llama: “la vuelta a casa, a las raíces” Esta idea la deja abierta la «Modernidad líquida / de Zygmunt Bauman» dónde lo obvio es encubridor de la realidad, es oscuridad.

La unión de estos dos vocablos evolucionan por necedad en una nueva morfología sintáctica de los conceptos y sus raíces, que nos ayuda a definir y conceptualizar fenómenos que se sitúa fuera del análisis tradicional sociológico y la antropología, la zona silente del conocimiento científico, o punto ciego. Lo que no tiene definición es aquello invisible perteneciente a la caja negra de las especulaciones del racionalismo crítico popperiano.

El socialismo utópico idealista premarxista teórico ha evolucionado hacia otras formas más dinámicas y populares, menos teóricas y elitistas que las del pasado, por lo tanto más productivas y eficaces; a niveles más simples mayor es su eficacia —eso sí— no ha logrado a día de hoy desprenderse de su ideología historicista del cambio radical hacia la ‘arcadia antropológica’ del hombre en armonía con la naturaleza, origen de la moral comunista. A mi modo de ver es la idea del “Hombre ya evolucionado de vuelta a casa, a sus raíces”. Friedrich Engels, le dio muchas vueltas a esta idea sobre la evolución del hombre; buscando una explicación natural biológica que fortaleciera las tesis comunistas, al final de su vida, por ello se interesó por las ideas científicas de Darwin.

A ésta transición del socialismo utópico hacia formas populistas de enfrentamiento con la globalización per se, de los mercados, los capitales, la técnociencia, y del desplazamiento del hombre de su centralidad histórica —como la definiría el sociólogo Alain Touraine— ha generando los mayores niveles de malestar popular cultural que el manido capitalismo salvaje inhumano’ de la propaganda de izquierda del siglo XX. El malestar no está en el capitalismo de origen, sino en la pérdida de centralidad del hombre de sus raíces.

La globalifobia, recoge toda la tradición histórica del descontento cultural, lo hace visible inteligente e insoportable y popular, convirtiéndola en una fuerza superior a todos los miedos ideológicos manidos anteriores a la globalización. En un curioso ensayo inacabado de psicología social de Sigmund Freud, él establece un principio que lo he llamó ‘función cinemática de la cultura’ especie de teoría del movimiento; Freud dice: …Mientras más se desarrolla la cultura, más crece el malestar en ella. Yo la adaptaría a los nuevos tiempos de modernidad líquida, «que contra más se expande la cultura, más crece el malestar» como motor político del cambio extremista de la izquierda y la derecha en su vuelta a la zona de confort político.

Manuel E. Ponte apostilla una vez más en su libro sobre la Rebelión estéril: “Hasta hora yo creía que la teoría fenomenología de ‘el hombre unidimensional’ de Herbert Marcuse era una tesis acaba, que no existían condiciones materiales objetivas que contradijeron este principio o avatar del hombre en las sociedades opulentas. El problema estuvo en considerar a la sociedad opulenta como un todo, como un cuerpo orgánico del modo de producción industrial, que lo que afecta a una parte afectará indefectiblemente al resto. En realidad, las sociedades no son homogéneas dependen en grado de su identificación con el modelo productivo, y implicación en el reparto de papeles”

La organización de la mentira (Populismo)

podemiruso«El intelectual no puede hacer nada más, no puede hacer la revolución. Las revoluciones hechas por intelectuales son siempre muy peligrosas» Umberto Eco.

La imaginación es ‘la capacidad de pasar de las transformaciones más impersonales y remotas a las características más íntimas del yo humano’, y de ver las relaciones entre ambas cosas. —De ahí que la ‘imparcialidad valorativa’ sea una creación romántica de las ciencias sociales— Para mí, es el factor humano, ese que ha construido el sentido filosófico de la vida, esa vaina en la que nadie nunca se pone de acuerdo.

La imparcialidad, es la pesadilla fáctica del yo primate, sin resolver. Lo que más jode al humano es el conflicto interior, no dialogado, con su yo mono. Ser imparcial es una entelequia rupturista, o creación cultural de los humanos, desdoblándose de la personalidad nativa y opaca, el mono..

No me gusta ser imparcial, porque contradice mi rol de sociólogo. Un profesor de sociología en la UCV, me dijo una vez, siendo yo estudiante, qué ‘sólo los muertos eran imparciales, porque no podían opinar, y mucho menos hacer ciencia’. Hoy en día esta de moda decir con elocuencia: ‘Una cosa es opinión y otra es información’, como si la información fuese neutral, ajustada a los hechos. En realidad el mundo está recreado de perspectivas inacabadas (polvorín), de ahí que dividamos el mundo, en concepciones político subjetivas,  en izquierda, derecha y populismo multicolor. Decía Umberto Eco, en su última novela (Número cero) «no son las noticias las que hacen el periódico, sino el periódico el que hace las noticias, saber juntar cuatro noticias distintas significa proponerle al lector una quinta noticia»

La creencia de que hay dimensiones escondidas bajo la realidad, se conoce como: ‘piretología’ y la jerarquización de dicha dimensión llevada a la política se llama Podemismo. La descripción y diagnostico del fenómeno del populismo por parte de la elite intelectual, científica, y en los (mass media) de comunicación, es contradictoria. No podía ser de otra manera, de ahí que, unos lo perciban como un problema de orden político, y otros como un fenómeno social romántico, de oprimidos vs. opresores. —Es la vieja teoría del buen salvaje de Rousseau, el sueño recurrente de la izquierda nihilista, enfrentada, per se, con el sentido de la vida, o modelo capitalista, creador de malas conciencias.

Hay quien se indigna por primera vez, como si ese sentimiento reflexivo y moral, fuese una revelación única, del verdadero sentido y dirección moral de la humanidad (‘la piretología’). Ello empodera al individuo y lo legítima para otras acciones rupturistas con la realidad, la realidad ya no me representa, (la negación nihilista) como afirmación posibilista de una nueva conciencia (germinal) de la libertad, el hombre nuevo. La organización de la mentira, es antitética al establishment, y sus élites, presentadas como castas dominantes. Lenin, lo tuvo claro: «Si no eres parte de la solución , entonces eres parte del problema . ¡Actúa!»

El mensaje y el sentido del manifiesto de Stéphane Hessel, de todo es malo, y puede ser aún peor, despierta la conciencia ‘piretológica’ del Podemita, o adánico. Estar indignado te capacita para todo, incluso, para reinventar el mundo. Ustedes se imaginan a alguien así en política. Claro que sí, se llaman Podemita español, nuevo estado de ilustración del siglo XXI.

La imaginación sociológica, dice, W. Mills, nos permite captar la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro de la sociedad. —Yo agregaría más— también las relaciones entre las cosas en tiempo real, como manifestaciones del cambio. Esa es su tarea y promesa. Reconocer esa tarea y promesa es la señal del analista social clásico. El sentido común nos hace creer que en política, nada está inventado, pero en realidad, si que lo está.

El enfrentamiento taxativo (irrebatible) por el control del movimiento populista PODEMOS, entre Pablistas vs. Errejonistas, ha dejado al descubierto las vergüenzas (el culo al aire). Las contradicciones físicas, ideológicas, y ambiciones entre el «aceite y el vinagre» el resultado ha sido una división de libro «fifty and fifty» por el control del aparato, o control de la cosa. El concepto ‘hippie’ de los hijos de las flores, ‘paz, amor y fantasía infinita con la naturaleza’, no ha existido, ni se le espera. La política, supera la comuna ideal del falansterio anarquista de la igualdad y la idea de justicia distributiva. No todo es plebiscitario en la sociedades complejas. No lo he descubierto, yo. Fue el estagirita Aristóteles, el que intuyo el concepto de sociedad compleja, y la delegación de poder, como uno de los granes logros de la civilización occidental, contra el desgobierno de todos, opinando de todo.

La división ideológica, no puede definirse como armonía, sino antagonismo, puro y duro. Ni en sociedad, ni en manada, la competencia por el liderazgo y el territorio, resultan benévolas. Aquí lo visible, es una pelea callejera de testosterona sin ideas. Es un combate de ambiciones, sin corazón, en términos de negocios y accionariado. Si esta pelea entre gallos por el coroto ( la cosa) es un ejemplo de modelo de “regeneración democrática” yo soy un pingüino nativo del sahara.

‘No hay que alterar nada, si queremos altéralo todo’ El enunciado no es errático, solo funciona para la política, responde a una ley ‘natural de la sociedad’. Es lo contrario a las leyes positivas, que regulan la política en democracia (sociedad analógica). Si no te mueves por mucho tiempo, te mueven a la fuerza, carajo!

El empoderamiento social horizontal (sociedad hiperconectada) regula esta nueva ley del movimiento político. Lo estático conspira contra sí mismo en el populismo. Lo decía Pablo Picasso: «La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando»

Esta nueva versión inversa al aforismo literario de la novela El Gatopardo: «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie». “Es una de esas batallas que se libran para que todo siga como está»  La frese de la novela el ‘Gatopardo’ de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, es una de esas freses brillantes que inauguran un nuevo tiempo para un nuevo siglo. La política, se reinventa en estos aforismos literarios, cuyo único fin es  la de ilustrar nuestra propia incapacidad de síntesis, ‘incapacidad de pasar de una perspectiva a otra’ diría: W. Mills. A veces pareciera ser más un recurso retorico, que una constatación de los hechos.

Contradecir la realidad histórica, es Podemita, e incluso negar los hechos, es Podemita; es una necesidad de la nueva política (el populismo) La historia no se refuta, sino que se niega (he ahí el método marxista) Contra las ideas hegemónicas, la negación como metodología marxista es de libro (digamos que la discusión no se halla en Hegel) No se trata de filosofía de las ideas, ni de una concepción del mundo, sino de método revolucionario. Como diría Lenin, ‘la revolución es la organización de la mentira’ Ha sido así en el socialismo utópico, y sigue siendo así hoy día, como gramática y estética del populismo.

El populismo, sin ideología, se reinventa en el pragmatismo organizativo, en realidad no existe ortodoxia populista. Existe pragmatismo sin ideología, organización. Primero porque son incapaces de generar sus propias ideas. Segundo porque los populismos se rebelan verbalmente contra todo lo existente, contra los convencionalismos, incluso su propio credo. Y si es necesario contra sus creadores, como ‘la purga contra los errejonistas’. Si existe el populismo, este por definición es movimiento. No tiene marco positivo, no hay ley que lo regule, porque todo en él, es naturaleza (pulsión) instinto.

“Existe la conciencia del enfermo y el enfermo en la conciencia” Una esta legitimada, la otra es miseria para quien la padece. Una es consecuencia o respuesta biológica al medio, la otra es cultural. Una es benigno, la otro mortal. La sociología y la antropología explican bien esta configuración psicosocial en las sociedades urbanas (la cultura de la pobreza).

Una parte del éxito del populismo, es entroncar con ‘el enfermo en la conciencia’. homologar promesas y beneficios con frustraciones atávicas nativas. He ahí, la mecánica del relato populista, que no es nuevo, es nativo, de la cultura de la pobreza, el odio, la exclusión, la ignorancia y el fracaso; bases del modo rupturista con la realidad. No es un modelo de izquierda, ni de derechas, sino de expectativas: “En realidad el mundo está recreado de perspectivas inacabadas (polvorín), de ahí que dividamos el mundo, en concepciones político subjetivas,  en izquierda, derecha y populismo multicolor.

¿Qué es lo qué no vemos, que nadie ve, que tú ves, que nadie ve? Para el Nobel de literatura Bob Dylan, la respuesta estaría en el viento. Pero me parece a mi, que ese viento es del siglo pasado; pero estamos en tiempo muerto, agonizando el año 2016 y sin respuesta aparente. A un intelectual nunca, pero nunca, le plantees esta pregunta, porque se situaría fuera de la lógica formal, el jardín fecundo de las especulaciones elegantes. Estamos obligados a opinar, sobre opiniones, no sobre realidades, se opina sobre lo que no se ve. Al final terminamos viendo lo que nadie ve, la nueva realidad del cambio. Las masas sólo ven lo que tú ves que nadie ve. Se cumple aquí el mensaje de: Godot no vendrá hoy, «pero mañana seguro que sí».

Un análisis marxista clásico nunca hubiera podido entrever que la tecnocrática América fuese capaz de producir un elemento potencialmente revolucionario entre su propia juventud. La burguesía, en lugar de descubrir a su enemigo de clase en las fábricas, lo encuentra al otro lado de la mesa llena de mantequilla y bistecs, encarnado en sus propios hijos mimados. « EL NACIMIENTO DE UNA CONTRACULTURA / Theodore Roszak»

“La verdad aspira a lo real”

El Nudo gorromeo

Asistí al último seminario del monstruo contemporáneo del psicoanálisis el francés, Jacques Lacan en el Ateneo de Caracas / 1980. El Fundador de la Escuela Freudiana de París, era un mito viviente para mi generación. Asistí como estudiante, no como aprendiz y sí como entusiasta de Freud, un año antes de su fallecimiento en 1981. Debo confesar, que prendí de su descarada carencia de humildad, propia de quien es gobernado por el conocimiento. Estaba hecho de ese material escaso e inaccesible a las masas, la personalidad independiente y “el conocimiento inútil”, que ebullecía a borbotones en sus palabras, y hasta en las largas, larguísimas pausas. Como formulara Jean-François Revel a la acumulación de conocimiento perecedero, que nos llevamos a la tumba, y que nadie hereda, ni tan siquiera la memoria de los libros.

Fue la década más sórdida del siglo XX “Annus horribilis” más allá de la estética social de un mundo que se presentaba como sociedad neo-Kitsch. Incapaz de inventar nada original y duradero. Muy parecida a la transversalidad podemita, en estética, moral y política; el detritus, el decenio perdido.

Lacan, había alcanzado en vida, a los 80 años de existencia, el grado máximo que concede la popularidad a un destacado intelectual de su tiempo, el título de ‘mito viviente’, un eslabón superior al de las celebridades y los premios Nobel.

“Yo digo siempre la verdad: no toda, porque de decirla toda, no somos capaces. Decirla toda es materialmente imposible: faltan las palabras. Precisamente por este imposible, la verdad aspira a lo real” El Lacan que conocí, era antitético, estaba más cerca de la realidad que de la verdad… ¿Lacan está contenido en este párrafo? Sí la verdad está estructurada por tres registros “lo Real, lo Imaginario y lo Simbólico” elementos de naturaleza tópica, entonces la verdad es sólo una parte, no cuantificada de la realidad. Lacan, no niega la posibilidad de alcanzar el conocimiento ultimo, lo real. Sólo habla de las limitaciones, a mí entender, del lenguaje estructurado en la psiquis. En realidad, nos quiso decir que: «estamos construidos de verdades, no de realidades, mundo social» Es la zona cero del psicoanálisis de Lacan.

«Retorno a Freud»

«Nudo Borromeo» El Nudo Borromeo le permite a Jacques Lacan transmitir su legado cognitivo de los fenómenos a través de la experiencia analítica y clínica de los campos y dimensiones que Lacan sustancia como registros, “lo Real, lo Imaginario y lo Simbólico” Estos tres registros se encuentran relacionados conformando una tópica. Esta ‘tópica’ constituye una estructura que se puede representar ejemplarmente como elementos ‘anudados’ de un modo semejante a un Nudo Borromeo.

“El psicoanalista Lacan utiliza el Nudo Borromeo para indicar la estructura que forman los tres registros del «ser hablante», tal como se presentan en la experiencia analítica: el registro de “Lo Real”, el registro de “Lo Imaginario” y el registro de “Lo Simbólico”, cuyo triple enlace define el objeto por, «causa del deseo»…”

Nadie puede negar la capacidad que tenemos los humanos de conocer la verdad de la realidad. —Lo que nos convierte en los únicos animales bípedos arrogantes. El problema está en que esa realidad no cuenta toda la verdad, por su propia naturaleza tópica estructural, porque estamos construidos de verdades asumibles, simbólicas, llenas de mensajes culturales. De ahí que ‘Sigmund Freud’, dijera que el estado natural de la sociedad es la neurosis, una consecuencia de la sociedad como represora de nuestros instintos. (Toda cultura es represora de la verdad) Si estuviésemos construidos de realidades en vez de verdades, nuestra naturaleza social seria otra. Qué inteligible y útil resulta ser Lacan para la sociología actual, y que bien se complementan; sin la aportación de Lacan, cuesta entender “el método sociológico de Émile Durkheim, padre de la sociología. Y sin el conocimiento sociológico, sería imposible entender a Lacan.

“Clínico de la política”

Para Lacan, Karl Marx fue un ‘clínico de política’ por su aportaciones al conocimiento de un parte de la realidad. “Inventó significantes nuevos que han modificado la realidad, y el enfoque formal, permitiendo -simultáneamente- releer y descifrar tanto la historia de la sociedad como la historia subjetiva.” Sobre todo en su fenomenología del conocimiento, que yo he sintetizado como «Plusvalía del conocimiento» No es una categoría, ni concepto marxista, pero ella se desprende de las lecturas contemporáneas de  las Obras de Marx, Karl Mannheim, Edward A. Schils. Fenomenología social o Sociología del conocimiento.

Me gustó Lacan, porque subvierte las ortodoxias establecidas a la vez que descree de las fantasías utópicas. Lacan no es padre de una ciencia de la denuncia, pero sí de abrir a Sigmund Freud al mundo. De volver al Nudo Borromeo de los seres hablantes. “Yo acuso” a Lacan de anillarnos nuevamente a las verdades subjetivas «estamos construidos de verdades, no de realidades, mundo social». Las utopías, son construidas por las masas, como verdades aisladas de la realidad anudada, de los seres hablantes.

No sólo somos animales políticos en el sentido aristotélico; también somos animales pedantes conocedores de la verdad, animales tautológicos. Y eso, para una sociedad compuesta por el don de la verdad, siempre tendera a la radicalización, y de ahí, a los extremismos políticos de la razón pura. En pocas palabras, para resumir: Lacan y su visión estructural de la realidad Nudo Borromeo  sobrescribe la forma de entender las ciencias sociales «giro copernicano» Toda verdad es una supra/realidad «estamos construidos de verdades, no de realidades, mundo social» fantasías utópicas. Todo populismo busca la verdad, no la realidad, porque ésta resulta contradictoria a las fantasías utópicas. “La verdad aspira a lo real”

Lacan me mostró un lado desconocido del pensamiento crítico, muy dado al reduccionismo social, de las verdades. evidentes Sobretodo para el conocimiento político aristotélico de la sociedad como totalidad. Aquí, siempre pecamos todos de solvencia racional, incluso el propio Aristóteles nos da una visión simple de la sociedad. Desde la filosofía clásica, hasta nuestros días, todas las teorías sociales, presentan la verdad, antecediendo a la realidad. Fue Lacan el que ‘anudó’, lo imaginario, lo simbólico y lo real, en una estructura atómica, que posibilita un discurso más cercano a la realidad. Un discurso que pretenda decir toda la verdad no es posible. “Yo digo siempre la verdad: no toda, porque de decirla toda, no somos capaces. Decirla toda es materialmente imposible: faltan las palabras. Precisamente por este imposible, la verdad aspira a lo real”

El estadio superior de la sociedad, es la crítica.

La sociedad de la crítica
¿Estamos ante la generación más informada, y la peor preparada de la historia? La pregunta no pretende ser categórica, o establecer un enunciado, más bien está abierto a la discusión. De esto y de aquello está hecho el espacio político. Si algo tengo claro, es que no estamos ante una contracultura incipiente, sino frente a la cultura. De ahí que nadie se oponga a su estructura de espiral envolvente «naturaleza» El populismo ha sabido adaptarse a los nuevos escenarios del mercado disruptivo «consumo y autoproducción de información y distribución social colaborativa»

Los partidos políticos democráticos son estructuras permeables a la envolvente espiral de opinión pública de masas y a la crítica. No solo es estética formal, también es la moral de lo público. En la sociedad abierta, la cultura de la crítica, está abriendo ya las posibilidades de una real transformación de la sociedad. La verdadera transformación de la sociedad es la crítica, en todos los órdenes, incluido el mercado. Atrás ha quedado el fantasma utópico del topo locuaz de la revolución.

El problema de un partido comienza cuando sus muertos no se dejan enterrar (caso PSOE). Me pregunto si este autogolpe, es por el liderato, o algo más larvado al conocimiento,  que la simple lucha por la cosa. Es evidente que si eliminamos la cosificación que acabo de esbozar, de las condiciones objetivas de liderato, y las convertimos en lucha ideológica y generacional, lo cual es posible únicamente si el objeto se transforma en otra cosa. No sería la primera vez que un grupo intenta alterar el contexto cultural e ideológico de un partido, negando su devenir histórico. «Lo viejo ya no nos representa» «Yo, no infrinjo las reglas, las corrijo»…

Cuando la ciencia, la razón de estado y las instituciones se convierten en rehenes del «populismo hegemónico» ¿Qué fuerza moral tenemos para reprochar a “los jóvenes de la cultura de la información” su deriva populista, si lo que digamos suena a lo viejo vivido, contra la promesa de cambio, lo no vivido? Zambullirse en la excitación “Podemita” jungiana de las mareas y las olas del cambio, para transmitir vibraciones buenas a los votantes, se percibe como mercancía falsa. El populismo señor Sánchez, es ante todo autentica mercancía mística de ahí que tenga un mercado bien informado (no necesariamente culto) pero si fiel a la mercancía de las ideas del cambio.

Ejemplos de mercancía mística son «la regeneración democrática», «la transparencia», «el derecho a decidir», «las fuerzas del cambio», «la democracia real», «la caducidad de La Constitución de 1978» «la crisis del régimen», «la corrupción sistémica» «el poder financiero» etc. En realidad, para un sociólogo estudioso de la fenomenología de los hechos o sociología del conocimiento. Lo único nuevo aquí es nuestra incapacidad de respuesta a la ‘magia negra política’ de nueva generación, en modo código fuente, o código abierto.

A pesar de su frecuente vulgaridad a perderse en medio de un frenesí exótico de verdades absolutas, irrefutables sobre el bien y el mal, los pobres y los ricos, su poder es efímero, como todo lo horizontal, sin leyes y versionado hasta el infinito. El populismo es en su esencia reafirmación del pensamiento místico o religión horizontal sin Dios, el viejo pragmatismo populista de Gramsci.

Afortunadamente todos los populismos hegemónicos se han ido de la misma forma como han llegado, dentro de una crisis económica y de valores; no hay más que revisar la historia de occidente para conocer  sus fracasos y su costo humano. Los ciclos de irrupción histórica del populismo son cada vez más cortos, y también su duración. De seguir esta tendencia –lo digo como sociólogo. El populismo tendera a cero a medida que se aceleran los ciclos de concurrencia e hiperinformación. En términos históricos, el fenómeno en sí, no tendrá relevancia ideológica y mucho menos materialidad fáctica.

“Ciertamente, no es ésta la primera vez, a lo largo de la historia, que los centauros arremeten contra el templo de Apolo; no es la primera vez que los «marginados» del «sistema» intentan alterar su contexto cultural. Lo nuevo del caso está en que ese movimiento no lo encabezan hoy los desheredados de la fortuna, sino los hijos privilegiados de «la sociedad de la información». , la clase media….” (El nacimiento de una contracultura / Theodore Roszak)

Sin cosificación, no hay conocimiento racional, como tampoco conocimiento de nuestra propia humanidad, ni de nuestra existencia, el objeto humano, el ser. En algún momento de la evolución de los homínidos, nos convertimos en homos-cosificados, ahí comenzó la aventura del hombre, su relato. Hasta el día, sigue siendo así, hasta en una hipotética humanidad virtualizada. Saber el mecanismo de la cosificación, es ampliar los limites de nuestro conocimiento. ““Allí donde están las fronteras de mi lengua, están los límites de mi mundo.” Ludwig Wittgenstein”

En toda teoría  crítica de la sociedad hay que saber diferenciar entre poder real y poder aparente, entre cambio y evolución. En definitiva, saber diferenciar entre objeto y sujeto. Todo cambio generacional es biológico. Lo que lo hace transcendente es su excepcionalidad, es decir, cuando éste deja de ser el objeto para convertirse en el sujeto una teoría del cambio. Si el poder aparente pasa a ser real, estamos en presencia de una nueva representación de su ser social, el cambio de materialidad.

La sociedad de la información y la comunicación se manifiesta como empoderamiento social. De ahí podemos inferir muchas cosas (cosificación) pero cuando algunos objetos se reconfiguran como factores del cambio, entonces decimos que han dejado de ser objetos para convertirse en el sujeto de una teoría del cambio. No hay ruptura generacional cultural, a menos que nos comparemos con los analfabetos de Toffler. «Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender.» Alvin Toffler

No hablo de actitudes, ni de habilidades singulares, tampoco de nativos digitales. Hablo del poder real de las clases medias, dónde radica el cambio y reposa el poder real. La sociedad conectada y de la información ha tomado el relevo del poder real, en términos de poder populista, nueva moral colectiva. Por ahora son el sujeto de la teoría crítica del cambio. Por fortuna, no tienen un plan viable de sociedad alternativa. Nada que tenga como fuente al socialismo utópico del unicornio azul, ha traído libertad, ni progreso económico, hasta ahora.

“El filosofo Herbert Marcuse ha intentado mostrar precisamente que la utopía es ya un muerto histórico, que el pensamiento, en su negatividad, (socialismo utópico o filosofía negativa) no denuncia tan sólo lo existente, sino que además, al criticarlo, está abriendo ya las posibilidades de una real transformación” Ninguna etiqueta Podemita, o movimiento populista, cambiara nada que no esté preconcebido socialmente en términos materiales e históricos de ser susceptible de cambio. El asalto a los cielos, es parte de la filosofía negativa y un anacronismo político.

El estadio superior de la sociedad, es la crítica, no la revolución. La crítica se ha optimizado gracias a la sociedad hiperconectada, ha encontrado en ella su vehículo de distribución y concurrencia ideales. La sociedad abierta, ha pasado hacer sociedad disruptiva. La cosificación objetiva es el mercado disruptivo por excelencia, como en su día lo fuera la teoría marxista del mundo convertido en mercancía por capitalismo. El proceso fenomenológico es parecido, lo que falla, es la creencia de que ello nos hace menos libres. El hombre en estado de naturaleza, no es hombre, y su racionalidad no es la convivencia, sino la supervivencia. “Es la razón humana reducida a sus fuerzas individuales, no es sino una bestia cuya potencia se reduce a destruir”.