La Censura en YouTube, sin objetores de conciencia

“Amigos, he encogido al país”

Cuando decimos que algo no se debe hacer, no significa que no se pueda hacer: como parchear la censura a base de eufemismos oficialistas convincentes. Pero la realidad nos dice, que sí, que sí se puede, siempre se puede en nombre del bien común y el interés general. Incluso se puede esconder un cadáver en el sótano o la buhardilla, y que huela a Chanel n.º 5… ¡Siempre se puede!.

En realidad, la censura se percibe en la sociedad como fenómeno sobrenatural, solo visible para quienes la sufren. He ahí su poder intimidatorio y su éxito en la historia, su invisibilidad. La censura es lo más parecido al Área 51 norteamericano, el misterioso lugar qué algunos creen que alberga extraterrestres. Todos hablan de él, pero nadie lo ha visto. La censura opera en el mimo nivel del conocimiento persuasivo que aparece en los evangelios: «ver para creer»…

El ejercicio de la censura ha cambiado, evolucionado por formas más expeditivas y selectivas de persuasión y control social, y todo ello en tiempo real. Incluso la censura es aceptada como el «gendarme necesario» el corral invisible de la cohesión social en torno a un modelo de pensamiento hegemónico único, especie de algoritmo vigilante, donde no se permite la disidencia. La sociedad líquida de hoy es una recreación del absolutismo político de Thomas Hobbes, toda vale para mantener el orden del mejor de los mundos posibles.

El problema de fondo de la censura es la concepción del hombre y la sociedad como propiedad del Estado bajo un signo político y color, «legitimidad funcional» cuya legalidad emana del poder. Hoy en día la sociedad es percibida como código fuente abierto, donde poder sobre escribir las veces que sea necesario por el omnisciente Estado administrador del código fuente.  El famoso y temible 404 Not Found, también existente en los avatares digitales.

La censura nos retrotrae a la literatura y la historia y sus registros inverosímiles para las nuevas generaciones bautizadas en sendas pilas o palanganas de lejía (poncheras sacramentales). Las visitas oficialistas con nocturnidad de los señores de negro, derribando puertas, y quemando libros, cartas y manuscritos, y detenciones arbitrarias y brutales, solo quedan para las películas de trasnocho en cines de barrio y cintas de VHS, y las novelas negras de bolsillo, basadas en el miedo, la violencia, la injusticia, la inseguridad y corrupción del poder político.

La censura según la RAE: ​En un sentido amplio, «se considera como supresión de material de comunicación que puede ser considerado ofensivo, dañino, inconveniente o innecesario para el gobierno o los medios de comunicación, según lo determinado por un censor». A todo sistema represivo, le acompaña un relato ingenuo, «la injusticia no es injusticia si se hace por un bien superior». O este otro: El sistema más justo de control y censura política, es el que emana de un algoritmo inteligente no humano, donde no media la personalidad del censor, es decir, es newtral.

Los medios digitales que operan en España, YouTube, Facebook, Twitter, y Whatsaap, están administrados por una generación de jóvenes adánicos y progresistas rabiosamente empoderados de complejos de clase social, hijos de la ponchera bautismal de lejía, el hipoclorito de sodio, que todo lo blanquea incluido el pensamiento político y la historia.

No esperemos de esta nueva generación empoderada de progresismo populista, a ningún objetor de conciencia, que se niegue al vil y despreciable oficio de censor, o a ser el brazo ejecutor contra la libertad. Hay una película que lleva un titulo muy sugestivo: «Cariño, he encogido a los niños». También vale para la reflexión de un censor en YouTube: «Amigos, he encogido al país». Cada acto de censura es encoger un poco más, y más el país. La censura es recortar libertades.

Quienes hayan leído historia de las ideas políticas, se habrán dado cuenta, en términos de conciencia, que el ejercicio liberticida de la censura no existe la izquierda y derecha, tampoco en el Cosmos, solo existe la simetrías, algo así como los espejos. Toda realidad es una denuncia en sí misma de la historia frente al espejo. Quienes no conocen el costo humano de la libertad, están dispuesto a repetir la historia sin verse inmerso en la huella del espejo. Al parecer, y para mucho administradores de las redes sociales, las acusaciones de censores podemitas, son el equivalente a los berridos de la ovejas trasquiladas, que no entienden que es por su bien, y el interés general de la sociedad.

Manuel Eduardo Ponte Ferreiro.

Filosofía Pop del dato

Esta es la época –inequívoca– del puro dato social. El dato ha convertido a la sociología actual en la ciencia del puro dato. El dato cumple una función arquimédica en la sociedad, y en las ciencias sociales en particular, acostumbradas en los últimos tiempos a moverse por el principio de Arquímedes: Dadme un punto de apoyo y moveré al Mundo. ¿Dónde antes habremos escuchado esto? Dadme un dato y haré sociología.

El boom del puro datum socialis, ha convertido a la sociología en la ciencia clientelista del puro datum. Dentro del dato todo, fuera del dato nada. Hasta hoy este podría ser le lema de la sociología académica. Hay cosas en sociedad tan buenas que deberían estar prohibidas. Durante mucho tiempo fui un yonki del datum socialis –de hecho– trabajé durante algunos años en centros de investigación social, donde el dato, datum, lo era todo. Siempre me he opuesto a la creencia de que los datos arrojan teoría o ellos desprenden gases en forma de teoría.

No niego la importancia del dato, sino la ausencia de teoría. A la búsqueda del datum socialis.: Quizás –y por qué no– las ciencias políticas sea la única disciplina independiente de las ciencias del datum socialis y el rigor. Ello no desdice nada de su capacidad gestora de predicción y acierto. En otras palabras, el datum, no es su condicionante. Para el filósofo de Estagira, Aristóteles, la política era la forma en la que se convence al pueblo. Por lo tanto el datum, es segundario… Esta idea ha permanecido incorrupta, hasta día de hoy, inamovible, inmutable. Todas las ciencias, en algún momento ha sufrido cambios, y revoluciones cognitivas, menos las ciencias políticas, que han abusado de lenguaje fictivo.

A las ciencias políticas le va mal el corset teórico.  Algunos de mis lectores me corregirán –y con buen atino– que no es lo mismo, ni hablamos de los mismo, cuando mezclamos categorías exhaustivas en su especificidad e independientes, como las ciencias políticas, de las prácticas políticas. Una cosa es el rol de científico, y otro el de político y filósofo: “Mientras la ciencia política investiga cómo fueron, son y serán los fenómenos políticos, la filosofía política se encarga de teorizar cómo deberían ser dichos fenómenos”  El problema de credibilidad de ambas posiciones, es el origen ideológico de las partes. No conozco a ningún liberal que acepte ninguna tesis de ciencias políticas hecho por un progresista. Y tampoco a ningún progresista que reconozca las teorías y tesis de los liberales.

La conclusión es más simple de lo que somos capaces de lucubrar. La filosofía política configura en última instancia, nuestros modelos teóricos sobre el deber ser de las cosas. En realidad, no hacemos ciencias políticas, sino filosofía política. Ni el estagirita Aristóteles, pudo escapar de este condicionante. Aristóteles no escribe sobre política sin antes condicionar el deber ser de las cosas a su ética política. Escribir sobre política es un ejercicio ético, de ahí que fallemos más que una escopeta de feria de pueblo.

El puro datum socialis, por ahora, no ha condicionado y mucho menos persuadido a la ciencia política, como sí a la sociología abierta al cambio y a los paradigmas científicos. De llegar a hacerlo algún día, no quedará en pie ninguna teoría ética sobre la posible reversibilidad de la democracia, y las sociedades liberales de libre mercado, hacía modelos ideológicos mágicos y cerrados. Todos los datos sobre las sociedades cerradas y dogmáticas, ensimismadas en el reparto de la riqueza, el proteccionismo a ultranza, y el advenimiento del hombre nuevo.

El datum socialis pone en evidencia el modelo socialista utópico del paraíso del hombre nuevo, que en realidad es el hombre viejo. Deja al descubierto, la ideología fracasada (teocrática) de la libertad intrínseca al hombre, y la llegada del divino hombre nuevo. Nadie se atreve ha renunciar a lo intrínseco y primario, por una libertad más amplia y satisfactoria y compartida en sociedad (léase humanismo desidealizado, globalización). Las sociedades comunista exige la renuncia bajo contrato de la libertada e individualidad de las personas, fuentes de conflictos y pobreza social y riqueza de unos cuantos.

El comunismo y el socialismo son fábricas de derechos. En ese sistema, cada grupo o colectivo, pretende recibir no lo que la mayoría cree que merece, sino aquello a lo que cree tener derecho. De ahí que las ciencias del datum socialis no tenga cabida en las filosofía política, o ciencia del deber ser de las cosas.

¿De qué y por qué?

No soy quien soy sino lo que quiero ser, es la respuesta de la humanidad conectada al famoso soliloquio ‘Ser o no ser, ésa es la cuestión’ de la obra de William Shakespeare / Hamlet. Nadie es lo que es en sociedad y menos en una humanidad virtualizada, resultaría demencial. Los homínidos son los únicos animales capaces de virtualizarse, de ‘no ser lo que son’ paras ser lo que quieren ser. Hace millones de años que iniciamos ese camino evolutivo, pero yo prefiero denominarlo plan evolutivo, supraconciencia evolutiva.

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«Cuando Aristóteles definía al hombre como «zoo politikón», hacía referencia a sus dimensión social y política. El hombre y el animal por naturaleza son sociales, pero solo el hombre es político, siempre y cuando viva en comunidad. Por tanto, la dimensión social ayuda a constituir la base de la educación y la dimensión política contribuye a la extensión de esa educación»

De muchas pocas cosas está hecha la realidad “Allí donde están las fronteras de mi lengua, están los límites de mi mundo.” Ludwig Wittgenstein. Es un Maravilloso pensamiento de síntesis que bien vale un blog, y el esfuerzo de escribirlo. Ampliar esas fronteras es el propósito y la acción intelectual de este blog.   Probablemente este pensamiento tenga algún valor pedagógico intrínseco, más allá de su diseño. El Tractatus logico-philosophicu, de Ludwig Wittgenstein fue una de esas lecturas de verano tórrido de juventud. Siempre he tenido un interés por la lógica y la filosofía del lenguaje, lo social, la política y la etología humana. No estoy muy seguro que la obra tuviese un valor místico trascendente más allá de su capacidad subversiva de hacernos reflexionar.

En cambio si lo tuvo el ‘Fausto’ de Wolfgang von Goethe, el poema de los poemas, la tragedia de las tragedias, la filosofía existencial anterior al existencialismo de Sartre y al perturbador nihilismo de Albert Camus. A mi modo ver Fausto era a Mefistófeles, lo que Mefistófeles era a Fausto (perpetuo espíritu de la negación y la contradicción) Uno explica la existencia del otro, la controversia de Romeo y Julieta, donde uno explica al otro en la tragedia. El Fausto fue un factor perturbador  de juventud, ningún libro me enseñó más sobre Hegel que el «Fausto» una bella exposición de la filosofía hegeliana de la negación, y de la filosofía del espíritu.

La Política cuando pretende el deber ser de las cosas (su orden) se convierte en ideología dominante, en dogmatismo, en teratología estética. De ahí la importancia de ampliar los límites de nuestro mundo más allá de la estética política de la lengua, aunque resulte una paradoja, a sabiendas que más allá de nuestra lengua no hay nada. Cuando decimos nuestro mundo, hacemos alusión a nuestra lengua. El problema no es de percepción, sino de conocimientos. La percepción es natural, el conocimiento es aprendido. Siendo fieles al pensamiento de Wittgenstein, se desprende esta idea: ‘el mundo es tan grande y ancho, como procuremos que sea nuestra lengua’. ‘Los límites al conocimiento están en la lengua’ 

Para Aristóteles ‘todos los animales incluidos el hombre tienen voz’, pero solo el hombre posea palabra. Cuando un político dice darle voz al pueblo a ‘la gente’, lo hace desde la convicción que le permite su lengua, y lo que le conviene decir. Los sociólogos sabemos que la realidad no es plana, no es tal cual la percibimos todos, y que a veces la limita la lengua, y menos cuando se presenta en clave de estética política. Lo que subyace a la realidad está más allá de la percepción y de la lengua. Cuando la lengua está construida de lo que percibimos como estética, los sociólogos podemos construir escalas de conocimiento, es decir mundos particulares, mundos virtuales.

Desde hace siglos las ‘ciencias política’ han construido una imagen virtual de hombre, de ahí que digamos que el hombre es una imagen temporalizada, dogmatizada, es decir la doctrina fijada, el Imperativo categórico. El animal político de Aristóteles es el ciudadano, un ser completo. El ciudadano de la ‘Polis’ es aquel que tiene poder ejecutivo, legislativo y judicial, por lo tanto goza de autonomía. Aristóteles no se refiere al bien correcto, universal, sino a todo acto que tiene como finalidad un cierto bien, dentro de la polis, la racionalidad política.

Así la ‘irracionalidad’ cobra sentido Weberiano de  ‘libre albedrío’ Es aquello que está fuera de la racionalidad política, fuera del cálculo y predictivo de las ciencias del comportamiento, en este caso de las ‘ciencias políticas’. Por lo tanto un comportamiento racional es un comportamiento sujeto a valores y normas políticas. En este blog pretendo hablar de la ‘estética del poder’ más allá de las fronteras de la lengua, ampliar sus límites estéticos, hacia una realidad ampliada, la sociedad líquida y sus medios líquidos.

Pretendo ser desde este blog un analista «Omnisapiente» no neutral, porque la neutralidad está fuera de la lengua, del mundo conocido. Sería torpe querer serlo o pretender serlo. Tampoco ser un dogmático, porque sería aquella posición epistemológica para la cual no existe todavía el problema del conocimiento. Dicha posición se sustenta en una confianza en la razón humana todavía no debilitada por ninguna duda.

Hay que diferenciar percepción de pensamiento. El pensamiento «presocrático» sigue dominando hoy día en la política, es decir el pensamiento ingenuo. Es la confianza ingenua en la capacidad de la razón humana para resolver los conflictos. Immanuel Kant resuelve el conflicto entre razón y conocimiento científico en ‘La crítica de la razón pura “es decir que el dogmatismo pertenece al campo de la metafísica.

El animal político viene a ser el hombre fáustico, (perpetuo espíritu de la negación y la contradicción) sin ello la política sería dogma sin reflexión, sin diálogo, sin conocimiento, sin Mefistófeles. Lo paradigmático no es la parte animal en el hombre, es lo político. Es lo que amplía las fronteras de la lengua es su superación. Todo paradigma comienza siendo disruptivo con la lengua dominante del poder.

Este blog habla de los urbanistas, pero también de la nueva configuración de la humanidad en TRIBUS. Ayer fue la contra cultura y la brecha generación, hoy «Minority influence» las tribus globales, los integrados. Parafraseando a Umberto Eco / Apocalípticos e integrados. Una fuente para una parte de la política entendida como (SIGNO) semiótica, es decir: aquello de lo que el signo da cuenta, y no el signo en sí. Me Interesa el sentido, pero no el significado, me es indiferente.