No estoy muy seguro del día que nací, creo que nadie lo tiene claro, porque no se nace en una feche concreta del almanaque, sino en el uso de la conciencia, la razón y el conocimiento. –De niño tuve un miedo irracional a Simón Bolívar el libertador, a pesar de ser yo, todos los años en el colegio el dibujante oficial de su inabarcable humanidad. Me consideraba entre todos mis compañeros, un privilegiado. El relato del ‘Decreto de Guerra a Muerte’ del libertador resulto ser una historia incomprensible para un niño estigmatizado por haber nacido en el reino de España. Ello me mantenía ocupado, entre el miedo y la admiración de su gesta heroica. Debo confesar ahora, a la distancia y el tiempo, que fue un periodo aterrador, y creativo, que forjaría mi carácter. «Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de la América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables» A pesar de ello, de sentirme amenazado, nada logro quebrantar la admiración por el libertador, y hacer míos su valores.
Bolívar un icono Pop
Nadie ha hecho más daño, ni ha sido más destructivo con la imagen icónica de Simón Bolívar, y a su pensamiento, que el propio populismo chavista, que lo ha instrumentalizado y banalizado hasta el aborrecimiento. Sobre la egida del padre de la patria se ha traicionado la Republica, y saqueado y arruinado, el país, también en lo moral. La tiranización del poder, y la violación de los derechos humanos han aniquilado su imagen icónica, y fuente de valores compartidos. Lo que mis miedos y complejos infantiles, no lograron destruir, tampoco lo hará el populismo chavista, aunque el palo, el azote y el verdugo lo llaman bolivianismo del siglo XXI.
El uso patriotero de Bolívar para justificar un régimen populista totalitario y étnico en Venezuela, tiene otros antecedentes muy parecidos en Latinoamérica. Unos con más éxitos que otros: Farabundo Martí en El salvador, Sandino en Nicaragua, El castro comunismo en Cuba, el M-19 bolivariano en Colombia, el movimiento marxista MIR en Chile, los Túpac Amaru en Uruguay, Sendero luminoso en Perú (maoísmo), y Marcos el líder zapatista de Chiapas Mexico.
En realidad el Chavismo bolivariano es eclecticismo rancio. No responde a ninguna ideología o doctrina política concreta conocida hasta ahora, más bien es populismo instrumental heterogéneo (cosecha propia). Lo original aquí es el fundamentalismo bolivariano político, especie de religión horizontal sin Dios, pero con petrodólares, muy cerca del marxismo reivindicativo de la lucha de clases.
Ha sido fácil implantar el ‘fundamentalismo-bolivariano’, porque este ya existía cómo ideal integrador en la conciencia venezolana. Ayer fue parte de la conducta volitiva y libre de los ciudadanos, para volverse hoy, en un elemento fustigador de impulso histórico y vital de una ideología totalitaria y populista. Bolívar representaba la imagen y el pensamiento compartido e integrador de los valores nacionales, la convivencia, la unidad y el orgullo.
Bolívar también coexistía con otras realidades antagónicas como la pobreza, la democracia, la marginalidad social, la corrupción, la indolencia y la riqueza fácil. La instrumentalización del símbolo icónico de Bolívar y su apropiación sectaria partidista y populista, por el chavismo, termino haciendo el resto. La asfixia de las instituciones democráticas, en beneficio de la democracia radical (socialismo siglo XXI) Fue cuando lo cotidiano se convirtió en política trascendente de masas, acentuando las contradicciones y desigualdades sociales del discurso formal. El populismo puso orden en las ideas y organizo el nuevo relato político sectario de un Bolívar revolucionario marxista irreal, inexistente, antitético. Chávez no invento el relato de las desigualdades, solo la escenifico, lo hizo verosímil, lo convirtió en necesidad, y ésta en movimiento. Les dio todo lo que ellos querían y necesitaban, ver, oír y sentir. Convirtió las necesidades y desigualdades en un sentimiento.
Surgió el Bolívar étnico e indigenista, el libertador de los oprimidos y los olvidados de la historia del progreso y de los petrodólares, los ciudadanos sin historia. Bolívar se convirtió en la concreción de la insatisfacción de todo un pueblo marginado, empoderado, necesitado de nueva conciencia revolucionaria, de una nueva patria.
El nuevo “patriotismo” surge del cisma de la idea general de estado y de clases sociales, de quien debe ostentar la riqueza y el aparto productivo. –Si la riqueza es la patria y ésta riqueza cambia de bando, entonces los pobres y marginados ahora tienen patria –La patria bonita y étnica, es parte del nuevo diseño del ‘Bolívar Pop’ de estética kitsch. El populismo hegemónico, o socialismo del siglo XXI, ha convertido en disfuncional y conflictivo la separación de poderes, y liquida la idea de ciudadanía, como obstáculo al cambio.
Este modelo de sociedad y economía radical del populismo hegemónico, lleva implícita su propia destrucción política y social, como forma de poder totalitario y sectario. El nuevo patriotismo dura lo que duren los dólares repartidos, incapaces de producir nueva riqueza. El personalismo chavismo como doctrina neo-bolivariana, de pobres contra ricos, adolece de modelo económico real, no entiende las exigencias de una economía abierta y competitiva de mercado. Solo hace acopio del maná del petróleo, de sus regalías y sus miserias. No es una economía del esfuerzo y la competencia, solo del reparto de la abundancia.
En un principio, Chávez le dio ‘la vuelta a la tortilla’ dejo fuera los ‘ismos’ tradicionales y los manuales de la izquierda latinoamericana, vistos como ideología extranjera invasiva, y su elitismo ideológico fracasado e incomprensible. Para ello utilizo materia prima criolla y afectiva, el populismo patriótico bolivariano, que ya existía, no había que importarlo, ni inventar. Solo tenía que organizarlos y enfrentarlos entre sí. Hizo visible las contradicciones históricas existentes en el modelo de convivencia compartido de patria. La pedagogía del odio y la división social harían el resto del trabajo. El descubrimiento de un Bolivar Pop, abogado de los pobres, aporto identificación, autenticidad y empatía con el nuevo relato.
El populismo necesita construir su propio idioma visual con su respectiva ‘gramática de símbolos icónicos’ extraídos de los sentimiento y raíces populares, como la historia y las desigualdades sociales. Convertir las necesidades en virtudes, en reivindicaciones, y éstas en movimiento histórico, en enfrentamiento. El pensamiento visual lleva implícito su proceso útil, que se puede aprender, y desaprender, repetir.
El populismo como forma instrumental de las ideologías es un sistema de aprendizaje de las desigualdades, (pedagogía del odio) y la fuente por extensión, a decir verdad, más democrática de poder horizontal, poder aparente, empoderamiento, creer que sí sé puede.. Todo aprendizaje es ‘conocimiento’ y cualquier cambio histórico en las formas de éste, genera nuevas formas de poder. La actual sociedad, para el Sociólogo Alvin Toffler, necesita todo tipos de habilidades que no son sólo cognitivas, son emocionales, son afectivas y virtuales. Esta es la clave para entender el modelo de hegemonía política en boga.
¿Cuánto duró el chavismo hegemónico, totalitario? –El tiempo que duraron los petrodólares y las expectativas fundacionales de la nueva patria, la patria bonita. Es el mismo tiempo que duró la nueva clase hegemónica en arruinar y destruir el país, sus raíces.
El patrioterismo historicista creado en torno a los viejos ídolos encarnados en las necesidades históricas populares, más temprano que tarde, vuelve a ser necesidades reales. Es cuando el mesianismo pierde el polvo de la historia, y los símbolos icónicos ya no resuelven las falsas necesidades espirituales de enfrentamiento, cambio, revolución, radicalidad, reparto y utopía. Dicho fenómeno se conoce como ruptura de expectativas, la contrarevolución.
“El concepto de identidad social comprende los de identidad cultural e identidad étnica, ambas configuran una parte importante del patrón Identitario descriptivo de las ciencias sociales, ligados a un territorio, a un pasado histórico colectivo y de pertenecía a una cultura” No es la descripción de un estado de naturaleza (determinista) es sólo una categoría clásica de la histórica y la política, más que epistemología científica y filosófica, describe lo formal, y no el fondo.
El Bolívar versionado por Chávez, pronto se convertiría en la concreción de la insatisfacción de todo un pueblo marginal y marginado por el progreso económico e industrial. La nueva figura Pop de Bolívar, hizo visible lo invisible, convirtiendo la insatisfacción en un movimiento de masas y una conciencia política reivindicativa. Bolívar deja de ser de todos, para convertirse en un icono pop de la Venezuela poscapitalista. El Bolívar Pop ídolo de masas marginales, abandono su dosel sagrado y universal, para convertirse en un icono político fratricida, de hermanos contra hermanos, el bolívar militante de una causa populista.
“La iconoclasia es un componente frecuente de los principales cambios políticos o religiosos que ocurren en el interior de una sociedad” Pero no menos lo es el «Deicidio» matar a Dios porque este ya no nos representa. Me pregunto sí el Bolívar que conocí, dibuje y admire de niño, seguirá existiendo después de la deflagración del populismo chavista. Surgirá un tercer Bolívar, menos político y dogmático, un Simón Bolívar conciliador, o sobrevivirá el Bolívar Pop de unos cuantos contra unos muchos, como reminiscencia de una estética populista totalitaria, anacrónica, represiva y política. ¿Quién lo sabe?.