
A la verdad le sucede lo mismo que a los bienes de consumo, de hecho, es un “objeto” una mercancía más del mercado. La política es el arte de vender ese único bien de consumo. Hoy 27/01/2021, no los voy a oxidar con sociología Bambi, para bambis del siglo XXI. Les decía que la nueva realidad es la nueva verdad. Que no existe realidad, solo la verdad. Llamamos verdad a un constructo ideológico, de ahí que los ilustrados de las redes sociales digan aquello de: “esa será tú verdad, no la mía”. De aquello y de esto está hecho el posicionamiento político, o más bien la trivialización de las sociedades hiperconectadas y empoderadas rabiosamente por el motor de la verdad, no de la realidad. El nivel más alto de la verdad, no es producto de la ciencia sino del mercado. El enfrentamiento emocional aditivo (no racional) es el motor de la nueva sociedad en defensa de la verdad verdadera no contrastada, sino comprada adquirida como mercancía de un solo uso.
La polarización política en occidente no es consecuencia de la racionalidad didáctica de la observación, sino, de la evolución inmanente de las sociedades líquidas. Los Estados nacionales ya no socializan ni amalgaman a los individuos en el bien común. El Ser social de las sociedades inteligentes empoderadas, determinan la conciencia social de los individuos despojados del bien común compartido, la ciudadanía. Los despojados se redistribuyen orgánicamente (evolución del mercado de la verdad horizontal creativa) en dos únicos nichos políticos, que nada tienen que ver con el progreso, el desarrollo ni la economía. Nada de ello se discute, es irrelevante, solo el signo de la tribu, izquierda o derecha, el mal o el bien, en una dicotomía antropológica perfecta, “fifty and fifty”. Tal dicotomía mecánica, la vimos configurarse en tiempo real en las elecciones presidenciales de EEUU. (Homo Paradisiacus).
La razón para Hegel era un principio inmanente a la historia, y por lo tanto al Ser social, es decir la conciencia social (historicismo), no era un proceso, sino un condicionante. ¿Qué ha cambiado hasta ahora en la fenomenología hegeliana? Nada, absolutamente nada, Todo se cumple como la ley del Péndulo de Foucault. Las sociedades han permanecido oscilantes hasta día de hoy, describiendo los mismos procesos históricos de una trayectoria descriptiva matemática. El problema es qué no podíamos, o no se podía, advertir nada hasta que ya ha sido realizado, hasta su propio consumo, que no es su extinción, sino su nuevo inicio. Un ejemplo de dominación cultural es la invisibilidad del dominante. Incluso el dominador desconoce sus leyes naturales, como el péndulo desconoce las fuerzas invisibles que operan sobre ella. Veamos un empleo de la alienación por medio de la razón de la filosofía hegeliana.
¿Todos podemos tener una conciencia revolucionaria?
No se necesita ser proletario, o lumpen de masas desclasadas, excluidas, marginales. En otras palabras: La izquierda, ni la pobreza material tienen nada que ver con la revolución y mucho menos en el pensamiento revolucionario. Por mucho esfuerzo y empeño que hagamos en buscarlo en las cajas de Corn Flakes de Kellogg’s de los años 50, y sus pedagógicos mensajes sobre historia y tic´s culturales. La “izquierda nos ha tratado y sigue con éxito tratándonos en sus experimentos de control social como perros de Pávlov. Sin ningún esfuerzo reflexivo moral, una de las partes del half and half , o “fifty and fifty” de la sociedad está dispuesta a extermina a la otra parte de la sociedad, obstáculo para la felicidad última. Han pasado muchos siglos desde Clístenes padre “inventor” de la democracia. El problema que tiene la humanidad en términos culturales es creer que la democracia es un bien natural humano, que viene con la especie animal. El problema de fondo es que nada de todo ello tiene nada que ver con la libertad del hombre en sociedad, más bien con la involución del modelo ideal de la humanidad abierta y global. En realidad la transición es mucho más simple de lo argumentado anteriormente. Hemos transitado desde la sociedad líquida a la verdad líquida.