
Las Redes Sociales han dejado de ser sistemas abiertos de libertades ilimitadas, de multitudes inteligente y felices de la Era Google de los “happy flowers”. Ahora todo es historia efímera del pasado. Las redes han evolucionado, o mas bien las han revolucionado, se han convertido, de facto, en ciber-Estados totalitarios, en modelos y estructuras políticas al servicio de ideologías verticales del mundo real, el mundo de los intereses políticos, desde donde emana el poder último del control social y del pensamiento único, en los campos de fresas en red. La ilusión de libertad duró muy poco.
Los Estados y gobiernos, son los grandes sobrevivientes del mundo tangible del poder vertical, emigrados ahora a las redes sociales, a donde han ido las manadas y las tribus de los campos de fresitas y flores, buscando libertad. Si los antiguos ciudadanos están y viven, tres cuartas partes de sus vidas en las redes sociales, el Estado y los gobiernos también quieren estar.
Instagram posee una población de avatares cercana a los 900 millones de perfiles, (cuentas), y no es la más grande de las redes sociales en usuarios. Es una tentación que pervierte la razón y la moral. ¿Quién no va a querer ser el jefe de tantos avatares, su caudillo, su timonel? Es ingenuo pensar lo contrario, gobernar un Estado llamado Instagram, con millones de Instagrammers paciendo y pensando libremente por el campo de fresas, es hoy realidad, no es una distopía literaria, es la distopía instalada.
Ahora el árbol prohibido del conocimiento se llama en las redes sociales “Normas comunitarias” es el pequeño cartel de aviso clavado al árbol, “warning”. No diga que no está advertido. El problema de esas normas es su imaginario ideológico, y su desafecto con la libertad de pensamiento, y la vulneración de derechos y garantías. Una red social no debería ser, o no puede ser, un espacio de arbitrariedad jurídicas e ideológicas. Tampoco es una supraconstitucional online.
No existe Estado totalitario sin un aparato represivo, y un centro de inteligencia adaptado a la tecnología de su tiempo, y campos de fresas vallados. Todo paraíso tiene un árbol del conocimiento del bien y el mal, un árbol prohibido, una jerarquía de arcángeles omnisciente, de vigilancia de la nueva normalidad.
El concepto de infracción en las Redes Sociales, cada vez más, se parecen a los zapatos de cemento de los Gánster, en cierta medida transmiten el mismo mensaje y el mismo miedo. Un método persuasivo infalible para hacer invisible a los disidentes con el código de la mafia. El equivalente a los zapatos de cemento, son los baneados y el exquisito “Shadowban”, especie de prisión de Alcatraz para Instagrammers díscolos. Una temporada a la sombra, amansa a cualquier disidente, y si cuenta su experiencia, más que mejor, porque sirve de vehículo para esparcir el mensaje del miedo, los temibles zapatos de cemento offline, los Shadowban, y los baneados.
“Los Gulag de las redes sociales”
Una temporada invernal en los campos de reeducación de los Gulag online, como castigo, es una práctica aceptada y con poca resistencia popular en las redes. Nadie se solidariza con un apestado, un señalado por el poder, ello responde al estigma psicosocial de «algo habrá hecho». Un confinado, es decir, desterrado a los confines del mundo conocido, el Fisterra, es el summum, el grado máximo al que puede llegar el poder en su crueldad. Peor que la muerte más temida!
El control social y represivo, requiere tecnicismo, sobre todo aprendizaje de la historia y método científico. No se matan moscas a cañonazos como lo hacían los regímenes comunistas de fuerza. Todo evoluciona para mejor. Un ejemplo es: No hablar de regímenes proletarios, sino de gobiernos progresistas. Si alguien ha aprendido más que los propios liberales sobre la sociedad del consumo y los mercados y la publicidad, son los antiguos regímenes proletarios, hoy progresistas con todas sus letras. No hablo de las libertades, ni de la propiedad privada, ni el capital, sino del lenguaje de las masas y sus expectativas de progreso.
«¿Has notado que tus publicaciones tienen menos alcance? ¿Tus últimas publicaciones no han tenido las interacciones esperadas? Es posible que hayas cometido alguna infracción e Instagram te haya baneado tu cuenta.»
Facebook es la plataforma más popular en el mundo, con 2.3 mil millones de usuarios activos, y la más temida de todas las redes. Pero debemos decir en su favor, que han dejado de matar moscas a cañonazos, e incluso el temible dedo pulgar sobre el cristal de la ventana, aplastándolas. El Baneado y los Shadowban son formulas exquisitas de nueva generación (Algoritmos de censura), pero sin dejar restos de sangre. Hacer intrascendente a los infractores del pensamiento político único, hacerlos irrelevantes, pero sin que se den cuenta. El secreto está en poner a la sombra todo lo que publiques en tu muro, evitando su capacidad viral de difusión. Quizás una docena de seguidores puedan verlo, para crear la falsa armonía, la falsa ilusión de estar vivo en la red.
Cómo controlan tu información, tus opiniones, las principales redes sociales: Twitter, Instagram, Facebook y Youtube; ya no te borran la cuenta por ser una mosca cojonera. Ahora te encierran dentro de una botella trasparente para que sigas teniendo la sensación de libertad. Ocultan tus opiniones, hasta hacerlas irrelevantes, inocuas, sin que te enteres, una muerte intelectual lenta. Literalmente te ponen a la sombra, ralentizan tus contenidos, anulan tu voluntad y personalidad en la red. El algoritmo se llama, ‘Shadow Ban’. El cruel confinamiento invisible, es una forma más de exterminio virtual de un avatar disidente… La solución final nazi, pero ligera, light.
Para el filósofo Prusiano, Immanuel Kant: “El disfrute del poder corrompe de manera inevitable el juicio de la razón y pervierte su libertad”.
(*) Para la segunda parte de este post: les hablaré de la necesidad de crear asociaciones virtuales de usuarios de cada una de las redes, e incluso, la figura internacional de defensor del los avatares. Si los gobiernos han perseguido a los ciudadanos hasta las redes sociales, también habrá que protegernos de las arbitrariedades de los administradores de las grandes redes sociales, y los gobiernos emigrados a las redes.